Es muy probable que más de alguna vez nos hayamos preguntado si lo que estamos haciendo es espiritual o banal. Esta es una pregunta válida pues muchos de nosotros, por diversas razones, hemos acuñado un concepto disociativo entre lo que creemos es espiritual y lo que creemos que es material. Por ejemplo, existe la creencia de que alguien espiritual debe casi carecer de medios económicos o que si se trabaja en sanaciones espirituales -al ser un don del Espíritu- no se debería cobrar. También está la creencia de que el sufrimiento y las privaciones son válidas para una persona espiritual. Hay muchas más creencias de este tipo y es probable que cada uno encuentre algunas otras que han sido sostenidas en sus vidas por años.
La búsqueda “afuera”
Una de esas falsas creencias es la búsqueda de la Fuente Divina fuera de nosotros como si tuviéramos que ir hacia ella. Pero no podemos ir hacia el Gran Espíritu, pues ya nos encontramos en Él. Nada hay fuera de Dios. “No hay dos, es un solo Ser actuando” señalaba el físico teórico John Wheeler (1911 – 2008). En esa misma línea el físico cuántico Fred Alan Wolf señala que “moverse en Dios es como lo que sería el agua para un pez”, sin embargo, agrego que Dios es también el pez. La Divinidad es una única fuente de todo lo que simplemente existe o es. Esta misma filosofía es la que propugna el Taoísmo.
Existen diferentes niveles de consciencia en las distintas dimensiones, lo que da una infinita riqueza creadora. Es decir, la Fuente Divina posee un infinito poder de creación gracias a que se experimenta a sí misma mediante las experiencias que el alma o esencia de cada ser atesora en el lapso de tiempo que ha decidido ser.
Como Dios es infinita abundancia y todo, sin excepción proviene de esta Fuente, entonces, no hay por qué creer que el que busca el Espíritu debe renunciar a la materia. Nada más alejado de la realidad, pues la materia es también Espíritu sólo que otra densidad y si bien cada uno de nosotros es un alma encarnada teniendo una experiencia de esta dimensión, y tiene las mismas necesidades que cualquier otro ser humano.
La gran diferencia se establece en el nivel de consciencia que desarrolla aquel que busca el contacto con la Fuente. Es decir, hacer las mismas cosas que el resto pero por razones diferentes y si el nivel de consciencia logra trascender el ego, entonces las necesidades de esta dimensión comienzan a perder fuerza porque se ha espiritualizado la materia. A eso vinimos y no a dejar que la materia se apropie de nosotros y haga que nuestra consciencia no despierte.
El mapa de ruta
La búsqueda de la Divinidad no es afuera, es ir hacia el interior mediante la auto observación unida a la meditación (la que sea). Ambas nos ayudan a descomprimir nuestra mente. Eso hará que dejemos de sufrir o de ser vapuleados por los acontecimientos que pareciera nos ocurren, cuando en realidad los generamos de acuerdo al nivel de vibración o consciencia que hallamos desarrollado, por la Ley de Atracción.
Cada camino es individual y lo que es útil y armónico para unos, no lo es para otros, por lo que cada uno debe buscar su propio norte. Una guía que puede ayudar mucho a señalarnos el camino es que “todo aquello que es verdadero en nuestras vidas, nos proporcionará armonía y todo lo que no lo es, nos traerá sufrimiento”, Ley de Correspondencia (El Kybalión).
No deje que el poder del ego le lleve por el camino de la dicotomía, de lo blanco o negro pues eso es conciencia de la materia, el Espíritu es amor puro, absoluta neutralidad no juzga ni polariza, es un estado de quietud y armonía permanentes.
Seguro que usted se pregunta ¿Cómo hacer para lograr ese estado? Es una tarea que requiere de constancia, pero se hace en lo cotidiano, en la rutina diaria. Cada día un poco más, hay que trabajar sobre uno. No hay recetas, ni píldoras que entreguen iluminación instantánea. Si así lo promocionan en algún lugar, es mejor tener cuidado.
Cada uno de nosotros es un héroe para sí mismo y como tal debe, necesariamente, pasar por un camino de transformación para dejar atrás el ropaje que ya no es útil para la siguiente etapa. Joseph Campbell (historiador y filósofo estadounidense, 1904-1987) en su libro “El Héroe de las Mil Caras” (1949), establecía algunos pasos cíclicos que cada uno de nosotros (el héroe, como arquetipo) debía seguir para llevar a cabo esa transformación: Partida o Separación – Iniciación, Toma de Conciencia – Regreso y modificación del mundo personal. La idea central es que para lograr una transformación profunda hay que hacer un viaje hacia el interior para mirar lo que somos, lograr vislumbrar algo de ello y luego volver a lo cotidiano con la sabiduría incorporada, para así cambiar la realidad que nos rodea.
No tiene que ganarle a nadie, ni competir para demostrar algo, ni ir a algún lado para mostrar sus capacidades: hacia donde tiene que ir es hacia sí mismo.
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