En un ambiente ruidoso o desordenado difícilmente se logra la paz necesaria para sentirse relajado, pensar con claridad y poner en orden las emociones. Algunas medidas ayudan a crear un espacio propicio para la calma.
Crea un espacio de paz. Cualquier hogar puede beneficiarse de contar con un rincón donde dar la vuelta en situaciones dominadas por emociones negativas. En cuando se desbordan, se acude a este lugar para realizar yb ritual calmante. Por ejemplo, se cierran los ojos, se realizan unas respiraciones profundas, se enciende una vela, con calma se repasa lo sentido y se decide afrontar la situación con serenidad.
Humaniza tu entorno. Las decoraciones minimalistas e impersonales aumentan el nerviosismo porque resultan frías. No se trata de recargar los espacios, sino colocar pocos objetos cuya visión nos haga sentir mejor, como una flor en un pequeño jarrón, un lugar que descubrimos durante una excursión por la montaña o una foto de los hijos.
Lee un poema. Una buena poesía condensa ideas profundas y conmovedoras en pocas líneas. Puedes llevarla en la cartera o, mejor aun, memorizarla, para recurrir a ella cada vez que pierdas el Norte.
Aroma terapéuticos. Los aromas llegan hasta zonas profundas del cerebro, las menos racionales, y favorecen el bienestar. Conviene tener a mano un pequeño botinquin de aceites para añadir unas gotas en el vaporizador cuado sea necesario.
La bergamota calma la ira y alivia la ansiedad.
El geranio relaja y anima.
La albahaca centra la mente.
La pimienta negra aumenta la energía disponible.
Medita ante un mandala. Cuelga un mandala en la pared a la altura de los ojos cuando estes sentado. Las formas y colores de los mandalas aportan orden y equilibrio a la mente. Respirando lenta y profundamente, recorre con la mirada el borde del circulo y deja que vaya progresivamente hacia el centro, siguiendo una espiral imaginaria. La mirada debe sobrevolar la imagen, sin detenerse a analizar simbolos ni colores.
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