Es imprescindible que el que lleva la peor parte cuando uno de los miembros de la pareja hace sufrir al otro, reaccione y ponga fin a este tipo de situaciones. Estas circunstancias, en lugar de arreglarse, se suelen empeorar, ya que, la persona que falta al respeto se siente cada vez más fuerte y legitimado para seguir con su actitud ante la sumisión de su pareja. Sólo conseguiremos perpetuar la situación si lo que hacemos es esperar de forma pasiva que el otro cambie por sí mismo. Se debe tomar una actitud totalmente contraria. Es decir, debemos pensar que somos nosotros los que permitimos que nuestra pareja sea injusta, desagradable etc. en lugar de pensar que simplemente lo es. Así tendremos la posibilidad de cambiar nuestra actitud, que dejará de ser pasiva y comenzaremos a actuar.
Por lo tanto, se trata de no dejarse ofender, someter o manipular por el otro. No siempre resulta fácil, puesto que esta clase de comportamientos suelen atentar contra la autoestima de las personas que lo sufren, pero es necesario hacerlo por el bien de nuestra felicidad y de nuestra salud. Para evitar las faltas de respeto, es necesario aprender a decir no cuando queramos decirlo, exigir educación y respeto y, en definitiva, reclamar nuestros derechos. No debemos esperar resultados inmediatos porque se trata de un proceso que requiere tiempo, pero si no hay cambios, la mejor opción puede ser poner fin a la relación.
Texto extraído de: El respeto. La clave para una relación de igual a igual | Todo Vida Sana