La clave para la iluminación del ser humano está en la relación entre los tres niveles* de manifestación de la vida en cada ciclo. Sin embargo, no es suficiente tener conocimiento de la existencia de esos tres niveles para que le sean concedidos la sabiduría y el poder de manifestar la ley, pues ese poder y esa sabiduría provienen del contacto con su núcleo, que está más allá de esa triple manifestación de la cual es raíz.
Existe un principio que une a las partículas materiales y a la vida intangible. Ese principio, que permite la coexistencia de los mundos, debe ser encontrado por el ser humano para que, conociéndolo, pueda colaborar inteligentemente en la gran obra de la Creación. Es importante, pues, que un fervor inextinguible mueva al ser a buscarlo. Cada superación lo prepara para vivir pruebas más sutiles.
El dolor de estar inmerso en la ignorancia tiene que llegar a límites insoportables, a fin de que se olvide de todo lo que concierne a sí mismo y se transforme en un canal para la liberación de los demás. Después de alcanzar niveles más elevados, innumerables veces tendrá que ayudar a los que están aprisionados en la forma, engañados por movimientos fugaces.
Aquel que en realidad sirve al propósito evolutivo profundiza su energía en la sublimidad del cosmos, de la inteligencia y de la materia, y se enfoca en la armonía de esos tres mundos. En ese trabajo, la afinación de la consciencia debe estar acompañada del fortalecimiento y de la elevación vibratoria de los cuerpos y, de modo especial, es necesario actuar desapasionadamente, sin dejarse envolver en lo que ocurre en los niveles concretos. Es necesario, también, aprender de la espontaneidad de la Naturaleza, donde la muerte, la vida y las transformaciones son hechos comunes.
**Ellos son: forma, consciencia y esencia.
Extraído del libro "Nuevos Oráculos" – Trigueirinho
Editorial Kier
Páginas 104 y 105