La adolescencia es el momento en el que chicas y chicos comienzan a desarrollar su autonomía como proceso para alcanzar la madurez. Lo que ocurre en muchos casos es que en esa necesidad de independencia chocan con sus padres. A ello se une que durante la pubertad los adolescentes están sufriendo una revolución hormonal que afecta a su humor y a su caracter.
De todo ello resulta, en muchos casos, una etapa en la que la relación con los padres pasa de la placidez que tuvo durante la infancia a algo muy diferente. Y en la mayoría de los casos, esa relación se llena de momentos de rebeldía, enfrentamientos y hasta peleas.
Muchos padres de adolescentes viven esta época de la vida de sus hijos con un exceso de sufrimiento. Y también en un muchos casos, la relación familiar se convierte en una sucesión de batallas campales.
Eso no es beneficioso para nadie. Para los padres es un desastre porque su vida se convierte en un infierno y para los chicos y chicas también lo es porque pueden llegar a perder una referencia, la de sus padres, que es fundamental para que su proceso de maduración sea saludable.
Pero incluso en las situaciones más difíciles es posible hacer algo para reconducir la situación. La determinación de empezar a cambiar las cosas debe partir de los padres y deben ser estos que, al fin y al cabo son los adultos, los que con su actuación consigan que la adolescencia de sus hijos sea un periodo más plácido.
Para ello pueden poner en práctica una estrategia basada en seis pasos que conseguirá que las peleas sean mucho más infrecuentes o hasta inexistentes.
Qué hacer para evitar las peleas
No te alteres y nunca grites. Si eres padre o madre de una adolescente imponte como regla no gritarle jamás. Es un hecho que cuando comenzamos a gritar es mucho más difícil controlarnos y el descontrol es justo lo contrario de lo que necesitas con tu hijo adolescente. Así que la primera recomendación es que siempre, incluso en los momentos más difíciles, mantengas la calma. Además piensa en qué es lo que quieres que aprenda tu hijo, seguro que pretendes que se convierta en un adulto respetuoso. Para conseguirlo debes comenzar por mostrarle respeto tú a él. Así que lo más importante es que toda vuestra relación esté cimentada sobre el diálogo. Pero, no te confundas, eso no quiere decir que no debas mantenerte firme. La firmeza no se demuestra con gritos sino con acciones. Y tu hijo adolescente necesita tu firmeza como referencia para su crecimiento.
Ten paciencia. Las cosas con un adolescente, tal y como ocurría con los niños, no se consiguen en un momento. Hace falta mucha dedicación y mucha paciencia para obtener resultados. No lo olvides porque olvidarlo puede llevarte a abandonar la estrategia y perder los avances conseguidos. Y debes ser consciente que si te relajas en tus intentos de mantener una buena relación con tu hijo o hija adolescente, él o ella se sentirán abandonados o perdidos.
No le hagas pagar a tu hijo tu frustración. Ese es uno de los logros más difíciles para los padres, sobre todo los de los adolescentes que están sometidos a una mayor presión. Pero si analizas tu comportamiento es posible que descubras que muchas peleas que tienes con tu hijo adolescente y de las que le has culpado a él coinciden con momentos en los que tú tenías problemas: en el trabajo, con tu pareja… Ser conscientes de que con bastante frecuencia volcamos en los hijos nuestra propia frustración es el primer paso para empezar a evitarlo.
Recuerda que le quieres. No olvides nunca que es tu hijo, el mismo que hace pocos años o, incluso pocos meses, acudía a ti en busca de protección y amor. Muchos padres aseguran que hay veces que les cuesta reconocer a sus hijos en esos adolescentes malhumorados y rabiosos. Piensa que en ellos aún están aquellos niños y también los jóvenes mucho más tranquilos que serán al cabo de poco tiempo.
Manten una buena comunicación permanente. Es fundamental para los dos que te esfuerces por mantener con tu hijo o hija una buena comunicación. Busca los momentos adecuados y dedicale tiempo. Verás como consigues resultados.
Recuerda el adolescente que fuiste tú. No olvidar que nosotros también pasamos por esa etapa nos ayuda a mantener la distancia con lo que ocurre. Nos sirve para poner las acciones de nuestros propios hijos adolescentes en perspectiva y darles la importancia que realmente tienen que, en muchos casos, es mucho más pequeña que la que en principio puede parecernos. Y además esos recuerdos pueden conseguir introducir humor en la relación, algo que siempre es beneficioso.
http://adolescentes.about.com/od/Familia/a/Cinco-Pasos-Para-Evitar-Las-Peleas-Con-Los-Hijos-Adolescentes.htm