Esquemas prefabricadosHay que atreverse a pensar, a salirse de modos y esquemas prefabricados. La rutina y las ideas fijas, arruinan la belleza de la existencia. Les cuento un ejercicio que proponía un pensador que se nutría de las más profundas filosofías orientales.
Un amigo le contaba un día que tenía un problema con su esposa: siempre que fijaba una hora para encontrarse con ella, llegaba infaliblemente media hora más tarde.
-¿Qué puedo hacer al respecto?-preguntó-. Me aburro y cuando ella llega siempre estoy malhumorado.
-Tu problema-le dijo el filósofo-es que quieres tenerla allí contigo y estás deseando una situación que no es la situación en la que te encuentras. Trata de comprender que estás arruinando la experiencia que podrías estar teniendo mientras la esperas, pensando que debería ser otra.
La idea, pues, hacía radicar el mal no en que ella llegara más tarde, sino en que él se aferraba dogmáticamente a cómo debían ser las cosas mientras, en realidad, eran de otra manera. En lugar de exasperarse, recomendó, debía aprovechar la situación inesperada tal cual se presentaba y vivirla en plenitud en esa calle o esquina o café. Porque mientras estaba ahí esperando, la vida transcurría y sucedían acontecimientos, situaciones varias, y se las perdía si se obstinaba en pensar que eso era malo y que lo bueno no acontecía.
El amigo siguió el consejo. Se dijo: "No debería estar pensando que ella debería estar aquí. Miraré alrededor y veré qué está pasando." ¿Y sabe que ocurrió? El sitio donde estaba se volvió tan interesante que ya no se aburrió en lo más mínimo.
Eso es vivir la vida en su fluidez, tal cual se presenta, en lugar de enfrentarla con paradigmas, o lechos de Procusto. El lecho de Procusto ha ingresado a la fama porque en él se ofrecía hospedaje a las personas pobres, con suma generosidad. Pero la persona que en esa cama se acostaba debía cumplir con un reglamento sumamente estricto: ser de una longitud exactamente igual a la cama. Si el individuo era más largo, lo acortaban. Si era más corto, lo alargaban.
Ese famoso lecho entró a la historia como modelo de mente estrecha que quiere acomodar el mundo a una idea prefijada. Si el mundo o la realidad no son así, es porque ellos están fallados, y no la mente que estableció esas medidas. No somos conscientes, generalmente, de nuestros prejuicios. Ellos nos dominan. Que el té, por ejemplo, debe ser caliente. Y usted seguramente se pelea con su esposa si se lo sirve frío. ¿Intentó alguna vez tomarlo frío? Si no lo hizo, ¿cómo sabe que caliente es bueno y frío es malo?
Fuente:
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