La Envidia, Enfermedad Del Alma

Envidia. Es una emoción negativa y destructiva que nace por desear las posesiones, experiencias, circunstancias o cualidades de los demás, y al no sentirse capaz de conseguir lo deseado, la persona que siente envidia termina por sentirse amargado, frustrado y atado a una vida de mediocridad. Por eso, el día de hoy, te voy a enseñar cómo puedes liberarte de las cadenas de la envidia y empezar a construir una vida llena de felicidad.

La siguiente historia nos cuenta hasta dónde puede llegar una persona por la envidia, demostrando hasta que punto nos podemos perjudicar a nosotros mismos y destruir a los demás, solo por la envidia.

“El Señor Vishnu estaba harto de las continuas peticiones de su devoto, que no encontraba paz, pues su vecino era más rico que él. Un día apareció, y le dijo: “He decidido concederte un deseo, lo que quieras, pero hay una condición: lo que tú pidas se lo daré por cuenta doble a tu vecino. Lleno de gozo, el devoto se dedicó a pensar qué quería, pero toda la envidia que sentía hacia su vecino nublaba su mente.

Pidió entonces consejo a sus amigos. Unos le aconsejaron que pidiera riquezas, otros inmortalidad, algunos salud, los menos amor y otros tantos poder.

Pero pensar que su vecino obtendría el doble, no le dejaba dormir debido a la envidia que le tendría. Pasaron los años y un día tomo su decisión. Invoco a Su Señor y le dijo: “Quiero perder un ojo…”

Lo cierto es que la envidia es una emoción totalmente nociva, que solo te pone en posición de perdedor/a. Disminuye tu autoestima, te mantiene infeliz e insatisfecho, y atado a una vida de desdichas y mediocridad. Además, quien siente envidia, pierde el placer de las cosas buenas que le suceden, ya que vive alimentando su odio y resentimiento.

¿Qué Hacer Para Liberarte De La Envidia?

1. Sube tu autoestima: deja de compararte con los demás, ya que esto te sitúa en una posición de envidia, de perdedor y de rencor. Al contrario, reconoce tus talentos y toma conciencia de lo que vales, y de todo lo que eres capaz de hacer si realmente te lo propones.

2. Agradece lo que tienes: enfócate en tus posesiones en vez de mirar y sentir envidia por lo que tienen los demás y tú no. Si realmente observas con atención todo lo que rodea tu vida, te darás cuenta de que posees más riquezas de las que crees. Por tanto, disfrútalas, da gracias a Dios por todo lo que tienes. Además, esto atraerá hacia ti más abundancia y prosperidad.

3. Enfócate en alcanzar tus metas: olvídate de seguir fijándote y sintiendo envidia por lo que tienen otros y comienza a trabajar para conseguir tus metas y convertir tus sueños en realidad. Recuerda que el que quiere leche… busca su vaca. Si tú quieres algo, propóntelo y lucha hasta conseguirlo.

4. Aprende a celebrar el éxito y la felicidad de los demás: nunca hables mal de otra persona porque te incomode su riqueza o su bienestar. Más bien, alégrate con los triunfos ajenos. De esta forma, te abres también a recibirlos, y además, te sentirás mejor contigo mismo y con la vida.

5. No te regodees con la desgracia ajena: recuerda que todo lo que deseas a otras personas… se te devuelve multiplicado a ti.

6. No fomentes la competencia en tu familia: muchas veces, eres tú quien, como padre, estimula a tus hijos a competir entre sí. Sin percatarte, de esta manera los separas y haces crecer entre ellos la rivalidad y la envidia. Al contrario, enseña a tus hijos a reconocer los talentos y cualidades que cada uno tiene. Así se sentirán seguros de quienes son.

Lo cierto es que no podemos sentir envidia y ser felices al mismo tiempo. Por eso, empieza hoy a tomar acción incorporando estas seis actitudes a tú vida para curar la enfermedad de la envidia, y de esta forma, puedas empezar a apreciar y a disfrutar de las cosas buenas y bellas que son parte de tu vida.

Desde hoy, concéntrate en ti mismo, reconoce lo que eres, lo que vales y todo lo que eres capaz de hacer, y decide construir relaciones enriquecedoras, positivas y sanas con los demás.

Te aseguro que de esta forma la envidia desaparecerá y tu vida será más plena y más feliz.


Por Yasnely Gómez