Toda causa conlleva un efecto, que provoca a su vez otro efecto del cual es causa, y así sucesivamente hasta el infinito.
Todas y cada una de nuestras acciones tienen asociadas unas consecuencias. Según sean las cuales, volveremos a actuar. Si obramos correctamente, la balanza se inclinará hacia el bien. Si obramos incorrectamente, la balanza se inclinará hacia el mal. Ésta es la base de las leyes kármicas que rigen los destinos del mundo.
Cada acción que llevamos a cabo, puntúa. Cada obstáculo que superamos, puntúa. Cada actitud que sostenemos, puntúa. Somos plenamente responsables de lo que hacemos y de lo que dejamos de hacer, sin excepción. No existe otro culpable y es autoengañarse el buscarlo.
Quizás sea muy duro asumirlo, pero cuanto antes tomemos conciencia de ello, mejor para nuestra puntuación. Piensa que quien actúa movido por el bien, atraerá hacia sí el bien... y viceversa.
"Lo que des, te será dado".
Las pautas kármicas fuentes de dolor son: la arrogancia, la adicción, los prejuicios, el odio, la violencia, la tortura y la vergüenza. Debemos suprimirlas de nuestras vidas para una existencia feliz.
Piensa también que las personas que nos molestan no son más que reflejos de nuestras asignaturas pendientes. De este modo, antes de juzgar o enfadarte con alguien, párate a reflexionar qué hay de ti en esa persona. Como dice Richard Bach: "El odio es el amor sin la información suficiente".