Nuestros pensamientos:
"El hombre es el fruto de lo que piensa", se nos dice. Así como las emociones afectan al cuerpo físico, la mente tiene facultad de afectar a ambos; o como diríamos, "hacer una jugada de carambola", afectando a las emociones y ésta, al cuerpo.
A diferencia de las emociones, nuestros pensamientos son tan imperceptibles y envolventes que casi no podemos notarlos, en la mayoría de los casos nos identificamos con ellos, siendo ésta la razón por la que alguien dijera: "Pienso, luego existo".
Nuestros pensamientos y nuestras emociones están constituidos, al igual que nuestro cuerpo físico, de redes de engranajes sensibles que transmiten las sensaciones de un lado al extremo del otro, pero, a diferencia del cuerpo, las emociones y los pensamientos viajan a velocidades superiores, siendo sus efectos, por ello, más poderosos que en aquel.
Si usáramos una analogía, el cuerpo, las emociones y los pensamientos podrían ser representados, por la velocidad de sus vibraciones, así:
El cuerpo: por la tierra
Las emociones: por el agua
Los pensamientos: por el aire
Cabe señalar que los cuerpos más sutiles afectan, con mayor impacto, a los más densos, de lo que éstos puedan afectarlos a ellos, así la mente afecta a las emociones y al cuerpo físico, en tanto que las emociones afectan al físico.
Al igual que en el cuerpo emocional, nuestro ejercicio por él será de corta duración porque sus mensajes viajan a velocidades increíbles.
Nota: Igual de rápido puede viajar un pensamiento negativo, como uno positivo, por lo que hay que cuidar, más que nada, lo que se piensa.
Imaginemos al cuerpo mental de un color azul intenso; ese color con que se visten los empresarios y que se aplica en el campo de los negocios.
Autor: Francisco Doria