Nuestras emociones:
Como verán, decimos nuestras emociones y no las emociones, porque las emociones de los demás no nos afectan o no nos deben afectar.
Se dice que existen enfermedades silenciosas, pero podemos decir que las causas silenciosas de la mayoría de las enfermedades son nuestras propias emociones negativas.
A diferencia de nuestro cuerpo físico, las emociones se agitan, a veces, a mayor intensidad y de tal manera que logran impactar a aquel.
Hay emociones tan poderosas que pueden matar en segundos y otras, que en minutos, pueden convertir a todos los cabellos negros de la cabeza en canas.
Son las emociones las que nos mueven a hacer esto o aquello. Son las que determinan en que área del cuerpo se han de producir las tensiones o engarrotamientos.
Las emociones, en su aspecto positivo, nos pueden llevar a experimentar cosas sumamente sublimes, por lo que somos nosotros los responsables de vivir envueltos en aspectos agradables o correr, precipitadamente, a abrir nuestras tumbas para ir a acostarnos en ellas.
Nuestras emociones vibran mucho más rápido que nuestro cuerpo físico, por lo que no puede ser percibido con los ojos físicos. Su campo es más grande que aquel.
El universo de las emociones es mucho más delicado que el cuerpo físico, es más inestable, pero más fácil de armonizar. Por ello, su recorrido, de relajación, se hace mucho más rápido que en el físico.
Podemos imaginarlas en forma de un huevo grande invertido, más alto y ancho que nuestro cuerpo físico, con muchos colores, pero en donde predomina el color rosado.
Autor: Francisco Doria