Este sufrimiento secreto por el bien ajeno, que todos hemos sentido en alguna ocasión y que nos ha traído más de una incomodidad, disgusto y dolor, siempre es negativo. La conocida como "envidia sana" no existe. Es un sentimiento que debe ser aceptado como uno más de los que sentimos. La preocupación llega cuando la envidia se convierte en patológica e interfiere en la vida de la persona, cuando ese sentimiento posee al individuo, merma su autoestima y le incapacita para llevar una vida saludable.
Actitudes ante la envidia
Prevención
Como sucede con todo sentimiento insano, es conveniente mantener actitudes preventivas, de forma que no lleguemos a padecer de manera obsesiva sus efectos. Una buena prevención ante la envidia iría encaminada a :
- Favorecer la confianza básica en uno mismo y en los demás.
- Conocer las limitaciones y potencialidades que tenemos, aceptándonos como somos.
- Pensar que hay cosas que podemos cambiar y otras que no.
- Aprender a valorar con precisión la propia competencia, sin infravalorarse ni sobrevalorarse.
- Acostumbrarse a centrar la atención en los aspectos más positivos de la realidad.
- Estimular la empatía, es decir, la capacidad para ponerse en el lugar del otro.
- Establecer relaciones adecuadas y satisfactorias con los iguales.
- Aprender a relativizar las diferencias sociales y adquirir habilidades para elegir adecuadamente con quién, cómo y cuándo compararse.
- Aprender a relativizar también el éxito.
- Analizar el progreso personal mediante la comparación consigo mismo, no con otros.
- Aprender a dar y pedir ayuda, a colaborar y compartir. Permite adquirir habilidades con las que resolver los conflictos que origina la envidia.