Coincidiendo con las revoluciones árabes y el terremoto en Japón -temas ambos regidos por el planeta Urano, situado como se ha dicho varias veces en estos días sobre el estratégico punto vernal, a 0º de la constelación de Aries- se ha producido también la solicitud del Dalai Lama al Parlamento tibetano en el exilio para que se acepte su renuncia al poder temporal. He oído en algún comentario en los informativos que parecía haber captado el mensaje del ambiente rebelde que sacude Oriente Medio y ante la posibilidad de que algo semejante sucediera entre la población tibetana, se había puesto la venda antes de recibir la herida. Dudo que sea esa la razón, y quizá pueda plantearse una hipótesis alternativa
La civilización tibetana sostiene una poderosa tradición astrológica, sobre la que algo más se dice en el enlace al pie de esta entrada, y en la institución de los Dalai Lamas existe como un cargo de alto rango la figura del oráculo, que orienta la toma de decisiones y sugiere la dirección que tomar en ciertos momentos decisivos. La astrología cuenta con reconocimiento oficial, y existen centros de estudios y exámenes reglados que la integran en su sistema cultural de manera formal. Es sabido que se les consulta con respeto y sus observaciones no caen en saco rato. Sin saberlo de cierto -su sistema es muy distinto al occidental- puede pensarse con derecho que la decisión del Dalai Lama no sea fruto del temor a la revuelta, sino al contrario, como un signo más de obediencia al cielo. Parece que el parlamento tibetano no lo ve tan claro, y no es unánime en aceptar la entrega de soberanía que se le propone. Iremos viendo. El momento astrológico sugiere decisiones de ese tipo, que abran un tiempo nuevo y liberen la energía contenida bajo estructuras demasiado rígidas o caducas: tomar así la entrada de Urano en Aries puede ser mucho menos dañino que resistirse a ello. Quizá la sabiduría tibetana sea de las pocas que sabe sintonizar con el aire del tiempo, y en la decisión de Tenzin Gyatso podamos ver, más que miedo, un ejemplo de ello. De ser así, se trataría de un dato más con el que confirmar el sentido de la posición actual de Urano en el firmamento. Parece que hay quien sabe leerlo, y obedecerlo. Sus palabras lo dicen: "El tiempo ha llegado para delegar mi autoridad formal a un líder electo". Quizá también sea Urano diciéndolo en el cielo.