Todos tenemos a personas a nuestro alrededor que pagan con nosotros su malhumor, su negatividad, e incluso puede que lleguen a amargarnos el día o las semanas. Normalmente a este tipo de personas se las denomina ‘tóxicas’, y según Amanda Ramos, licenciada en Psicología, suelen ser “personas pesimistas, negativas, que lo cuestionan todo y que no están conformes con nada. Suelen tener una imagen negativa de sí mismas y son muy críticas. Pero ¿te has preguntado alguna vez si el cenizo eres tú? ¿y si lo eres tanto que resultas ser tóxico para los demás?
“Todos pasamos por momentos vulnerables en los que vemos el mundo de color negro, y eso es lo que acabamos transmitiendo a los demás”, asegura Ramos, y continúa: “Las emociones que experimentamos influyen en las personas que tenemos alrededor, de la misma manera que las emociones de esas personas influyen en nosotros”.
Puedes estar tranquilo si estás en una mala racha, pero trata de evitar que esta domine toda tu vida. La persona tóxica crea conflictos a menudo, lo que al final genera ansiedad y estrés en los demás. Habitualmente, vemos estas actitudes muy fácilmente cuando son terceras personas las que crean este tipo de conflictos, pero, cuando se trata de nosotros mismos, solemos escurrir un poco más el bulto; evitar responsabilizarnos de ello es mucho más fácil porque, de alguna manera, justifica que no hagamos nada por cambiar la situación, y así seguimos negando el problema.
¿Cómo tomar cartas en el asunto? Para empezar, debes hacer un examen de conciencia. “Debemos hacer un ejercicio interior, analizarnos y aprender a cuidar nuestras relaciones personales. Para ello es muy importante trabajar el asertividad y las habilidades sociales”, cuenta Amanda Ramos. La forma más sencilla, asegura, es “hacer un ejercicio de análisis al final de día y comprobar si las discusiones que hemos tenido las hemos provocado o buscado; qué nos hacen sentir, con quién suelen pasar y, por supuesto, qué podemos hacer para solucionarlo y que no vuelva a suceder”.
Para ese ejercicio de análisis, podemos repasar estas cuestiones que nos ayudarán a reconocer si somos una persona tóxica para las demás. Revisemos:
1. ¿Ves el lado negativo de todo?
Si la mayor parte del tiempo eres pesimista o piensas que la vida es mala o injusta contigo, deberías alertarte. Obviamente, todos tenemos etapas, pero la alarma debería sonar si se convierte en una tendencia generalizada; es decir, si trasciende a todos los aspectos y a todos los momentos de tu vida. Porque no es que veas el vaso medio vacío, es que tú verías medio vacío todo el Mediterráneo. Con una actitud así puedes estar desgastando y desmotivando a aquellos que te rodean, por lo que no debería extrañarte que comiencen a evitarte. Así que recapacita y piensa bien de dónde te pueden venir esos sentimientos y, sobre todo, piensa en cómo se sienten aquellos que tienen que sufrir tu batallita diaria.
2. ¿Escuchas los problemas de los demás o siempre escuchas los tuyos?
Te pase lo que te pase, siempre tienes palabreo que derrochar con tu colega de turno. Vas corriendo a que tus amigos te ayuden con tus problemas y a que te brinden apoyo emocional. Esta dependencia no es algo que sea bueno o malo, el inconveniente viene cuando luego tú no estás para ellos; puede que comiencen a comentarte sus preocupaciones y acaben escuchando de nuevo tus quejas. Así, la otra persona solo consigue sentirse más sola. Ahí hay algo que debes mirar.
3. ¿Aprovechas cualquier ocasión para señalar los defectos de alguien?
La persona tóxica usa cualquier excusa para verbalizar y recalcar los defectos de cualquier otro. Y también es la primera que está ahí para señalar los errores cuando alguien comete alguno. Te reconocerás en ella si eres hipercrítico y tienes tu opinión -no positiva precisamente-, preparada para ser disparada en cualquier ocasión que se presente. Los triunfos o las cosas buenas las pasas por alto, eres incapaz de reconocer el éxito ajeno y hasta puede que sientas algo de envidia. La balanza no parece muy equilibrada ¿no?
4. ¿Se molestan a menudo contigo?
Puede que lleves un tiempo notando que tus familiares o amigos están algo irascibles contigo. Con frecuencia, las personas tóxicas contagian emociones y sentimientos negativos allá donde van, y suelen ser bastante molestas. Así que repasa si dejas regueros de enfado o ira allá por donde pasas.
5. ¿Escurres el bulto continuamente?
Y ya no es que escurras tu responsabilidad de manera habitual, sino que buscas un chivo expiatorio al que colgarle el sambenito, depositando la culpa en gente a la que no le corresponde cargar con ella.
¿Te reconoces en alguno o varios de estos puntos? Pues es posible que resultes una persona tóxica para los demás. La buena noticia es que estas actitudes pueden controlarse. El paso más importante, por supuesto, es reconocer y detectar estos comportamientos. Quizá puedas preguntarle a alguien de confianza si tienes dudas o quieres cerciorarte de que te estás pasando de la raya, pero, a largo plazo, será mejor si eres capaz de hacer este ejercicio por ti mismo.
Quizás, en un primer momento, te resulte complicado aceptar que eres una persona tóxica para los demás, pero ten en cuenta que las inseguridades juegan una parte importante en estas actitudes. Desarrollar empatía es importante en estos casos, sobre todo para ser consciente de cómo haces sentir a los demás, y te ayudará a corregir algunas conductas. Pero no siempre podrás evitar comportamientos tóxicos, porque influyen demasiados condicionamientos que llevamos anclados. En esos casos, lo mejor es aprender a reconocerlos y pedir disculpas. Y recuerda: siempre que lo necesites, busca la ayuda de un profesional.
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