¿Cuántas horas trabajas cada día? ¿Son muchas o pocas?
¿Cuántas horas dedicas a tu familia cada día? ¿Y a tu formación? ¿Y a tus aficiones? ¿Son muchas o pocas?
La reminiscencia de la era industrial nos hace valorar lo que hacemos en función del tiempo que dedicamos a cada cosa. Así, trabajar 8, 10, 4 ó 6 horas por día pueden ser muchas o pocas cuando nos fijamos en el tiempo que realmente dedicamos. Sin embargo, ¿es esto lo realmente importante? ¿Cuál es la productividad asociada a cada espacio de tiempo? ¿No sería más importante medirlo todo no tanto en función del tiempo, sino de los resultados alcanzados? El tiempo es imprescindible para conseguir resultados, pero la velocidad con la que éstos aparecen están muy condicionados por la productividad personal que seamos capaces de desarrollar. Y si es así, ¿por qué medimos el trabajo en función del tiempo empleado y no en función de los resultados, que es lo que verdaderamente importa?
Frecuentemente nos escondemos detrás de esos tópicos sociales que recogen las horas máximas que debemos dedicar al trabajo, la necesidad de conciliar la vida laboral con la familiar,… Y entonces vuelvo a hacer la pregunta, ¿es realmente cuestión de tiempo? Puedes estar en el trabajo, pero no conseguir ningún resultado. Puedes estar en casa, con tu familia, pero realmente no estar aprovechando ese tiempo con los tuyos. ¿De qué calidad es el tiempo que dedicas a tu familia? ¿Es un tiempo aprovechado y vivido con intensidad? ¿es un tiempo en el que estás, pero no convives ni compartes proyectos con los tuyos? Una vez más, lo importante es lo que efectivamente consigas, y no el tiempo que dediques.
Te propongo que empieces a cambiar el enfoque desde el tiempo empleado para cada cosa hacia lo que verdaderamente importa, que son los resultados conseguidos. Será entonces cuando descubras que x horas de trabajo o de convivencia no es lo relevante. Empieza a medir tus jornadas en función del progreso que generes, y en términos de los avances que consigas en la consecución de tus metas.
Cuando empieces a tomar tus decisiones y ejercer tu plan de acción en función de la calidad de los resultados, y no de la cantidad de tiempo necesaria para su consecución estarás en condiciones de determinar el tiempo que debes emplear en cada cosa, y lo harás en función de lo que cada cosa requiera, sin aplicar esos tópicos “socialmente aceptados” que te condicionan a dedicar más o menos tiempo para cada cosa.
Tú y sólo tú eres quien habita en tu mente, y en definitiva, quien debe decidir qué hacer. Por lo tanto, tu tiempo de trabajo, o de convivencia familiar, a partir de ahora, no serán de 8 ó 12 horas diarias, sino tantas como sean necesarias para alcanzar los hitos que te propongas cada día. Verás que en el momento lo consideres así, empezarás a valorar tu tiempo, y observarás que cuando le des importancia a tu productividad personal, empezarás a conseguir más avances y resultados con el mismo tiempo que empleas actualmente, porque… realmente, ya no es cuestión de tiempo, sino de resultados.
¿No crees que cuando lo hagas así todo empezará a suceder en tu acción y resultados?