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| No se trata de “EDUCAR” a nuestros hijos, se trata de “AMARLOS” | |
| | Autor | Mensaje |
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Nemesis CO-CREADOR@
Desde : 09/01/2009 He aportado : 24878
| Tema: No se trata de “EDUCAR” a nuestros hijos, se trata de “AMARLOS” Lun Sep 15 2014, 19:09 | |
| Es innegable que los hijos construyen su historia de vida a través de un proceso psicoemocional que se va sedimentando en el interactuar cotidiano con sus padres o con quien represente para ellos su figura parental. La primera señal perceptiva que reciben los hijos desde que están en el vientre materno, es la transmisión de las emociones y sentimientos que se desprenden de nuestra corporalidad, de las muestras tangibles de afecto y del trato amoroso que le demostramos como padres cuando nos ocupamos de ellos, los comprendemos, aceptamos y valoramos tal como son. Mientras que los hijos perciban y sientan que son verdaderamente amados y comprendidos e internalicen el amor como un valor fundamental que define su ser, su sentir y su accionar; la emocionalidad provocada por el afecto de sus padres, condicionará definitivamente su actitud y facilitará el proceso de interpretación, comprensión y aceptación de los mensajes que le son transmitidos; las ordenes que le son dadas y los límites que le son impuestos. Ahora bien, si resulta que la actitud de los padres es contraria al valor del amor; es cuando los hijos dejan de comprender y aceptar, que la educación, crianza y formación que le dan sus padres esté soportada sobre la base de castigos, represalias, maltratos, invasión de su espacio vital, irrespeto, incomprensión y sobreprotección; en consecuencia, se formarán como personas llenas de dudas, inseguridades, con una inestabilidad emocional sin precedentes, rebeldes y lo más lamentable, infelices y poco exitosos. Los hijos saben y entienden perfectamente, que una expresión de amor no se define con ese tipo de conductas; las cuales lejos de generar acercamiento, respeto y obediencia; producen en los pequeños de la casa sentimientos encontrados de amor-odio, rebeldía, frustraciones y emociones negativas que castran la posibilidad de formar un niño o adolescente emocionalmente sano. Desarrollar un condicionamiento psico-emocional favorable, predispone al niño y/o adolescente, a mantener una sensación de seguridad y certeza en sí mismo, para que sea y se sienta seguro y confiado de él y de quien afectivamente depende. Estas circunstancias, hacen que los hijos crezcan con un nivel de autoestima elevado, se conduzcan por la vida con mayor asertividad y actúen convencidos que el resultado de sus acciones y decisiones cuentan con la buena enseñanza que han recibido de quienes ciertamente los aman. Educar sin amor es condenar a los hijos al fracaso y a la mediocridad; pues no amamos cuando nuestro comportamiento como padres se caracteriza por las siguientes conductas: Subestimar la capacidad y potencialidad de los hijos No confiar en lo que nos dicen No permitirles que sean lo que quieran ser y que sientan lo que quieran sentir. No permitirles que desarrollen sus capacidades y coartarles su creatividad No escuchar sus inquietudes y problemas, ni estar pendiente de sus necesidades Irrespetarlos como seres humanos Invadir su privacidad o espacio vital. Bloquear o imposibilitar su desarrollo espiritual, psico-emocional, afectivo, personal y profesional. Descuidar su salud física. Asumir comportamientos autoritarios, represivos, de maltrato físico y psicológico, abusos, así como afectar su dignidad humana. Impedir que ellos se formen su propia identidad No enseñarles e inculcarles valores positivos para un sano desarrollo Actuar como si ellos fuesen incapaces de valerse por sí mismos Pensar que por depender económicamente de los padres, no gozan de ninguna independencia Proyectar en ellos nuestras frustraciones y fracasos Utilizar la amenaza como instrumento de chantaje para subordinarlos a nuestros antojos y pareceres. Pensar que son seres humanos de segunda y que por el simple hecho de ser niños no tienen derecho a opinar y a expresarse en las conversaciones de adultos Valerse de su debilidad y condición de niños, para lograr beneficios personales a través de sí o por intermedio de otras personas. Creer y actuar como si la educación de nuestros hijos no es nuestra responsabilidad fundamental y la dejamos en manos de los maestros o de otras personas. El Amor hacia los hijos no es una condición pre establecida que surge o se adquiere automáticamente desde el mismo momento en que nos hacemos padres. Debemos amarlos porque somos sus padres; pero en verdad los amamos cuando expresamos, sentimos y manifestamos nuestro afecto en esa permanente interacción con ellos. Cada contacto con nuestros hijos es una hermosa oportunidad para convertirlo en un encuentro sublime donde se haga manifiesto un acto de amor. Porque con el amor cumplimos nuestra misión como padres, con el amor, nos engrandecemos como seres humanos, con el amor, los convertimos en seres valiosos y personas felices, con el amor le inculcamos valores y los educamos para que en un mañana sean hombres y mujeres útiles, productivos, exitosos y realizados; que amen y tengan pasión por la vida y aporten cosas grandes a nuestra sociedad. De manera que, un padre educa cuando ama y ama cuando: Es justo, honesto y respetuoso con sus hijos Respeta su individualidad y promueve el desarrollo de su identidad como persona Cree y confía en sus capacidades, potencialidades y conductas Los escucha atentamente y se preocupa por sus problemas, atiende sus inquietudes y necesidades Le da el verdadero valor y prioridad a los hijos y a lo que ellos desean Construye, refuerza y enaltece valores fundamentales de familia Mantiene una comunicación asertiva, dialoga y busca acuerdos con ellos. Establece límites sin cometer abusos ni invadir su espacio Promueve el desarrollo del talento de los niños. Manifiesta permanentemente en forma verbal y corporal su afecto para con ellos. Genera en ellos una misión de vida y un propósito de familia Desarrolla en los hijos la capacidad para que ellos tengan sus propias responsabilidades. Cuida la salud de sus hijos y está atento para garantizarles una educación formal adecuada y en consonancia con sus preferencias y deseos. Cumple una función de orientación y apoyo permanente. Contribuye a desarrollar en sus hijos, la capacidad de autoestima y autoconfianza Comparte tiempos de calidad con sus hijos, brindándoles amor, siendo tiernos y cariñosos con ellos y compartiendo sus cosas. Para un hijo no hay nada más estimulante que el amor de sus padres; no existe rebeldía si reciben las instrucciones y solicitudes con amor; no hay resistencia a los límites impuestos, si sienten que sus padres son respetuosos, justos y equitativos; adquieren buenos hábitos y conductas, cuando se forman con valores sólidos de familia y en definitiva; crean su propia independencia, cuando logran obtener su identidad, generar altos niveles de autoestima y seguridad en si mismos. Edúcalos desde el amor y tus hijos se convertirán en seres excepcionales. Coach Elio J. Ocando | |
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