Cuando un matrimonio o pareja que lleva varios años de convivencia y comienza a experimentar dificultades en su relación, como discusiones constantes, desacuerdos, sentimientos de incomprensión o resentimiento, entonces suele ocurrir que ambos se pregunten si esta serie de conflictos tienen una solución, o simplemente seguirán empeorando hasta que llegue un quiebre definitivo.
Cuando el momento de esta interrogante llega, es porque nos encontramos en la encrucijada donde debemos tomar una decisión que supone un compromiso definitivo: hacemos algo para salvar nuestro matrimonio o dejaremos que las cosas empeoren con la esperanza de que solo sea una situación pasajera. El desgaste de una relación puede ser fulminante, o también puede ocurrir gradualmente hasta que un buen día descubrimos que ya no tenemos nada en común con nuestra pareja y que lo que nos mantiene unido es la costumbre, el cariño, o el miedo, pero en ningún caso el amor inicial que creíamos haber encontrado al inicio de la relación. ¿Qué fue lo que sucedió en el camino?Lo que muchas parejas no toman en cuenta, es que al estar juntas y comprometerse, tomaron una decisión, pero una que debe renovarse constantemente para mantenerse vigente y convertirse en un agente de transformación y crecimiento personal. Cuando surgen los conflictos de pareja ese compromiso parece verse opacado por la duda y el miedo. ¿Qué estoy haciendo mal? ¿Por qué reacciona de esa forma? Incluso algunos se cuestionan el hecho de haber elegido la pareja correcta. Retroceden mentalmente a un mundo imaginario para especular que hubiese pasado si escogían a otra persona en particular o, en su defecto, otro tipo de atributos más deseables que los que logramos apreciar en ese momento de ansiedad.
Si logramos conectar nuestro sentido espiritual para resolver esos conflictos, entonces lentamente las dudas comienzan a despejarse. Puedes darte cuenta que tu pareja; la misma con la cual tienes peleas y discusiones, es la persona correcta, porque en este momento es un reflejo exacto de lo que hay en nuestro interior. Por lo tanto, si queremos crecer espiritualmente, no debemos intentar cambiar nuestros factores externos – como por ejemplo, algún comportamiento de tu pareja – sino que tenemos que sumergirnos en nosotros mismos para cambiar eso que resentimos en el exterior. Esto abre la puerta para que entiendas que los problemas de pareja pueden solucionarse cuando expones a la luz de tu propia conciencia aquello que te molesta o te hace sufrir.
Te propongo que comiences a explorar en tus recuerdos aquellos momentos donde sentiste verdadero amor por tu pareja, ese que emerge de manera espontánea sin pasar por el filtro de lo conocido. Esto te dará la perspectiva para reconocer que esos sentimientos vienen del interior y no están condicionados por eventos externos. Para explicarlo de otra forma, supón que ganas un viaje al caribe. ¿Eso te haría feliz? Ahora imagina que era un error y te quitan el premio. Entonces es probable que te sientas abatido. La alegría que sentiste se debía a que algo tenía que pasar en el plano externo para que estuvieras feliz. La verdadera felicidad no está condicionada a ninguna cosa que ocurra en el exterior. Esa es precisamente la llave para que entiendas que la solución a tus problemas de pareja no se encuentra en hacer algo para cambiar a tu pareja. Puedes efectivamente modificar muchas cosas de tu vida buscando el acontecimiento que por fin mejorara tu crisis de pareja, pero eso nunca ocurrirá si esos cambios no nacen de tu interior.
Por eso, la buena noticia es que sí puedes resolver tus conflictos de pareja, y lo que es mejor, hará que descubras que el amor es realmente un viaje interior, que permitirá que tú crezcas como persona.
Roberto Doussang