"Tu personalidad te define". ¿Quién no ha escuchado esta expresión alguna vez? Es muy cierto: de nuestra actitud dependen muchas cosas. El éxito en las relaciones interpersonales, por ejemplo, el desarrollo de nuestras carreras profesionales, e incluso el sitial que se ocupe dentro de la sociedad a la que se pertenezca. Sin embargo, la personalidad va más allá de la actitud, y a veces viene definida en gran medida por el entorno donde se desarrolla la persona y las experiencias que le acompañan.
El tema es sumamente complejo por la cantidad de variables que intervienen. Es muy fácil escribir un artículo de autoayuda donde se hablen maravillas de lo que una personalidad fuerte y bien definida puede hacer por el lector. Hay gente en esta vida que tiene su personalidad sumamente definida, que no se lleva de modas y actúa de acuerdo a sus creencias y valores. La antítesis son personas con una personalidad tan endeble que quedan a merced de cualquiera que los pueda influenciar sin hacer mucho esfuerzo.
Este segundo grupo sufre más de lo que cualquiera piensa porque la mayor parte del tiempo no se dan cuenta de su debilidad, y cuando sí se dan cuenta, pues no encuentran que hacer. A veces, por temor a hacer el ridículo, prefieren sufrir en silencio y poner una pantalla de que todo está normal. Otra veces manifiestan su situación con algunos comportamientos fuera de lo normal. Es una situación bastante incómoda y compleja por la cantidad de factores que intervienen.
A menudo la primera señal de una persona que carece de personalidad definida es la facilidad con que cambia de opinión y hábitos. Hay gente que adopta los gustos, preferencias y mañas de la pareja de turno, abandonando en el proceso a sus amistades y actividades habituales. Son personas que de la noche a la mañana cambian el estilo de vestir, lo que comen y hasta la forma de hablar. Gente que sin averiguar adopta religiones y posturas que en muchos casos son contrarias a lo que hasta ese momento les definía.
¿Cómo lidiar con una persona así? Es difícil y frustrante porque es poco lo que se puede hacer. Por lo general una persona que carece de personalidad y que se deja absorber por otro -generalmente la pareja- no va admitir que tiene ese problema. Por tanto, intentar tener una conversación al respecto es una pérdida de tiempo que puede incluso terminar en reyerta y enemistad. La consecuencia natural es un alejamiento por la sencilla razón de que esa persona gradualmente se va convirtiendo en un extraño. Dependiendo de como sucedan las cosas, es probable que al cabo de un tiempo, que pueden ser meses o años, simplemente se disuelva esa amistad que alguna vez hubo.
La gente que no tiene una personalidad fuerte sufre mucho porque se repente se da cuenta que no está en control de la situación. Entre cuestionamientos, comentarios encubiertos y acusaciones directas tiene un conflicto interno en el que no le resulta tan fácil ver las cosas con claridad. ¿A quién le creo? ¿Quién tiene la razón? ¿Me hace daño esta situación? ¿Cómo salgo de aquí? Empeora las cosas el hecho de que en la mayoría de los casos hay una situación de baja autoestima que permea a la persona.
Me ha tocado ver un caso de estos de cerca, y la verdad que es algo desconcertante y desagradable ver como una persona cambia al punto de que no se le reconoce. Solo queda desearle suerte en la vida y tener la esperanza de que algún día recapacite y reaccione antes de que sea muy tarde.
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