¿Cuántas veces la vida nos presenta una dificultad y lo primero que hacemos es decir una variante de: “¿Por qué? ¿Por qué yo? Yo soy una persona espiritual, ¿no? ¿Entonces cómo es posible que mi negocio fallara? ¿Cómo es posible que mi relación fallara?”.
Muchas veces enfrentamos nuestro día como una serie de tareas que completar: despertarse, ir al trabajo, hacer lo que sea que tenemos que hacer para seguir con nuestra vida. Si completamos estas tareas estamos felices y nos sentimos productivos; si no lo hacemos porque hay un obstáculo en nuestro camino, quedamos sintiéndonos insatisfechos.
Abraham, de la Biblia, se enfrentaba a su día de una manera distinta. Cada vez que se le presentaba una agresión, cada vez que conocía personas que pretendían hacerle daño, cada vez que chocaba con una pared, decía: “Acepto esta situación como es, y en vez de permitir que me victimice, la transformaré en algo positivo”.
Abraham vivió para encontrar la espiritualidad en cada día, en cada prueba, en cada frustración que enfrentaba. No somos Abraham, pero podemos y deberíamos seguir su ejemplo.
Karen Berg