La mayoría de las personas vive haciendo algo que no le gusta, no está en el lugar donde quisiera estar, vive amargada, quejándose o lamentándose, sacrificando muchas veces el ser por el tener.
Nacimos en una era de consumismo, en donde todo se usa y se desecha. Todo se fabrica en serie, se vende y se compra. Inclusive, algunos piensan que pueden comprar la felicidad, la espiritualidad, el amor y la tranquilidad. Nos venden respuestas y soluciones rápidas y fáciles… sin que implique mayor costo que el de pagar unas monedas, y sin tener que poner, de nuestra parte, el compromiso, la voluntad y el trabajo necesarios para vencer nuestros hábitos negativos, cambiar de actitud y conseguir las metas que nos hemos planteado en algún momento. ¿Pero será esto cierto?
En realidad no se necesita una formula mágica ni un libro misterioso o seguir rituales complicados para sentirnos bien. Es posible cambiar nuestro estilo de vida, pero es necesario tomar conciencia de cuáles son esos aspectos o elementos que deseamos transformar. Tenemos la posibilidad de construir una nueva y mejor manera de vivir.
La verdadera realización del ser humano no esta sólo en tener y conseguir las cosas materiales que deseamos, sino en el trascender, en poder ser quien quieres ser, desafiando tus limitaciones, desarrollando tus talentos, identificando tus sueños y fortaleciéndote frente a la adversidad. El asunto no es obtener todo lo que se quiere a cualquier costo, el verdadero objetivo consiste en crecer, aprender, hacer, compartir, entregar y, lo más importante, poder mirar a nuestro prójimo como a un verdadero hermano. Esto es tener una conciencia espiritual en acción, y estos son los primeros pasos para alcanzar la iluminación. Una persona totalmente íntegra y honesta consigo misma es aquella que vive su vida cotidiana de acuerdo con lo que piensa y con lo que cree, y lo refleja positivamente en todas y cada una de las acciones que realiza en su día a día, sin excepción. Además, busca ser auténtica a través de la coherencia que existe entre lo que piensa, siente y actúa.
Para darle a nuestra vida
un sentido espiritual.
Aprende a compartir. La mayor cualidad del ser humano es la compasión, esta es amor en acción. Cuando nos abrimos para compartir con los demás sin esperar recibir algo a cambio, estamos seguros de que el universo se encargará de devolvérnoslo multiplicado.
Ser coherentes. Comienza a vivir de acuerdo con tus valores y principios; sin importar las circunstancias, los intereses o tus temores, nunca renuncies a ellos. Vuélvete practicante de aquello que crees que es bueno para ti y para los demás.
Aprende a trascender. Mantente por encima de las circunstancias, olvídate de los agravios, supera los obstáculos y tus limitaciones. Aléjate del rencor, el egoísmo, la envidia, la ambición, el desamor y vuela alto sobre ese pantano en busca de tu propia estrella.
Disfruta de las pequeñas cosas. Aprende a disfrutar todo lo que te ofrece la vida. Deja de fijarte en lo que falta, en lo que tienen otros, en lo que está mal, en lo que supones que puede pasar de la peor manera y coloca tu atención en todo lo bueno que está ocurriendo y en lo que deseas que pase de la mejor manera.
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