Esta entrada surge de un mal hábito que sostuve por mucho tiempo: El mal hábito de descuidarme a mí misma. ¿Qué excusa tenía? Estar sola en casa.
Cuando estás tú solo puedes caer en la dejadez, ya sea por pereza o porque creas que algunas cosas sólo se disfrutan cuando son compartidas con otra persona.
Cosas como vestirse bien para estar en casa, hacer acogedor el hogar, cocinar algo especial… Todo eso vale la pena hacerlo por uno mismo. Eso es lo que he aprendido.
En primer lugar, porque nos merecemos esas cosas buenas. ¿Acaso no?
Nos merecemos sentirnos “guapos” al mirarnos al espejo. Nos merecemos una comida estupenda. Nos merecemos el subidón de endorfinas después de hacer ejercicio… Y muchas cosas más.
Estar solo no es excusa para descuidarse. Todo lo contrario: Si no te cuidas bien tú, ¿quién lo va a hacer? Y ésa sería una segunda razón de peso.
Pequeñas acciones con una gran repercusión
Al llevar a cabo esas acciones que te hacen sentir bien estás lanzándote un beneficioso mensaje a ti mismo: Lo hago porque me lo merezco, porque me importo.
No te arreglas, haces ejercicio, cocinas o limpias para impresionar gratamente a otra persona (en primer término). Lo haces porque tú también eres importante.
Observa la diferencia
Si tienes la costumbre de dejar a un lado esos pequeños gestos cotidianos, porque… total, estás solo, te sugiero que dediques un momento a planteártelo.
Te mereces ese tiempo para cuidar de ti, para mimarte y tratarte como al rey o reina de la casa… SÓLO por ser tú.
Y, si te decides a llevar esta idea a la práctica, observa la diferencia. Observa cómo todos esos gestos repercuten favorablemente en tu bienestar emocional.
En mi caso, han servido de mucho, así como les han servido a otras personas de mi entorno. ¿Te animas tú a mimarte un poquito? Prueba… a ver qué tal te sienta.
http://tusbuenosmomentos.com/2013/11/cuidate-tu/