Para algunas personas, el amor es un deseo desesperado de todo lo que carece en sus vidas.
El que con ansias busca el amor, puede que lo proyecte donde no está o aún peor lo siembre donde no sobrevivirá.
Hay quienes se habitúan a tornar cada encuentro que se tiene, en una pasión desbordante, penosamente se recrea el amor que se anhela pero del cual profundamente se carece.
Estos que no quieren el amor, sino jugar a que aman; son quienes se alimentan de la fantasía del amor.
Los enamorados del amor, más no de quien dicen amar, requieren de personajes sugestionables que colaboren a recrear la historia.
Hablo de aquellos que por sentirse amados, llegan a dramatizar que aman.
El enamorado del amor poco le valen los compromisos, los límites o corazones de quien “ama.” Lo importante es tener a ese otro que apueste también por la fantasía.
El enamorado del amor es un estafador de corazones, un sociopata emocional; su placer está en hacerte sentir y de tu reflejo, creer que él está sintiendo también.
Disfrutar del néctar de encontrarse en el reflejo de los ojos del otro, sin la obligación de tener que por ello mirarlo todos los días.
Aquella máscara que ríe permanentemente e invita a soñar. Un estafador que sabe que necesita su mejor sonrisa para timar.
El enamorado del amor estará sumamente entregado a la euforia y éxtasis del juego. Al agotarse, te dejará siempre claro, que el juego por hoy ha terminado. Pero seguramente te invitará, mañana en el mismo lugar y a la misma hora a continuar.
Que lamentable y a la vez exacto, será para este enamorado ver al “amor” morirsele una y otra vez. Abrazará las cumbres, pero no la paz de lo consolidado.
El enamorado distingue cuando el amor se le vuelve verdad, ahí lo abandona y lo acusa de osarse a romper el “oasis” y tornarse tan baratamente real.
Con gran encanto e increíbles cualidades actorales, se puede ofrecer el mejor performance. Pero sin amor, la obra eventualmente terminará.
Quien osa jugar a que ama, se condena a ser confrontado con que es sólo un excelente timador y un bochornoso falto de amor.
Ante una fuerza tan intrínsecamente transformadora como el amar, alimentarte de sus néctares, negándote a ser llevado por su fuerza son simplemente ganas de joder.
Para quien dice amar, el conflicto tortuoso y escandaloso es el clímax de la fantasía, la resolución tiende a ser el abandono de la escena del crimen.
El enamorado del amor es un caprichoso eterno. Pero como todo niño malcriado, sabe con quién le conviene jugarse de esta manera y con quién no.
Si el juego cumple su curso, el enamorado saldrá una vez más con el corazón partido, aplaudiendose el placentero dolor de haber “amado.”
La fantasía del amor es una oferta tentadora, quienes han perdido en este juego, no apostarían otra vez a un truco tan engañoso.