Masajes para estimular el deseo sexual

Ya hemos dicho que el deseo sexual es la primera fase de nuestra respuesta erótica, imprescindible para que ocurra todo el resto. Hoy reflexionaremos sobre el contacto físico como estimulante para el disfrute sexual.

Todos (o casi todos, convengamos) coincidimos en que tocarnos mutuamente (con alguien que nos gusta, claro) representa una de las conductas más sanadoras que podemos explorar los seres humanos. El toque de piel con piel es la puerta de entrada para el amor. Y si la intención es erotizar el encuentro, una iniciación al sexo y sus delicias, tocar representa la llave para el éxtasis.


Características de un masaje erótico
Aunque coincidiremos seguramente en que la mayoría de ellos resulta sanador porque sentirnos tocados es sentirnos amados, los masajes pueden ser de distintos tipos: relajantes, estimulantes, descontracturantes, desbloqueantes, terapéuticos. Una diferencia fundamental entre ellos es la intención con la que se ofrece el toque. En esta ocasión, nos centraremos en los masajes eróticos, estimulantes del deseo y la excitación sexual, para el cual no hace falta “saber” nada, más que estar presente con ese cuerpo que nos gusta y/o al que amamos.
La intención de un masaje erótico es encender el deseo de continuar el encuentro, despertando sensaciones que van creciendo hasta desencadenar la excitación sexual. Veamos algunas características que necesita tener este tipo de contacto para ser estimulante:
Movimientos lentos y continuos, probablemente circulares.
Caricias suaves que vayan despertando paulatinamente las sensaciones.
Usar las yemas de los dedos, los labios, el cabello, el dorso de la mano, con mucha suavidad.
Utilizar aceites o cremas para que el deslizamiento sea más fácil.
Ir descubriendo distintas partes del cuerpo.
Percepción de las sensaciones de la persona receptiva a través de sus movimientos, sonidos, respiración.
Acercamiento y alejamiento (evitar la monotonía del movimiento, que relaja, para despertar el deseo y el estímulo sexual).

La importancia del vehículo (aceite o loción)
El contacto de cuerpo a cuerpo puede ser (y suele ser) estimulante en sí mismo. Sin embargo, la inclusión de aceites o lociones aromatizados puede servir de vehículo catalizador de las sensaciones. Al permitir el deslizamiento fácil, la humedad y la similitud con el contexto húmedo del coito tienen un poderoso efecto erotizante. Imaginar que los cuerpos de ambos son como dos gigantescos genitales en contacto lento, jugoso y puramente sexual es profundamente excitante.
La clave está en ir despertando lentamente las sensaciones, sin apuros ni brusquedades, recorriendo cada espacio con presencia, conciencia y disfrute.

Descubrimiento de las zonas erógenas
Todo el cuerpo de tu compañero/a puede convertirse en un espacio inexplorado, abierto a la aventura. Cada parte de su cuerpo es una selva de aromas, texturas, formas, lisuras o rugosidades, gustos, sonidos (cómo suena cuando es tocada), que se puede descubrir a través de la investigación juguetona.

Cara
Se puede empezar por la cara, conociendo, a través del tacto, de la vista, del olfato, del gusto y del oído, como si fuera por primera vez, labios, ojos, nariz, mejillas, chupando suavemente los lóbulos y acariciando con la lengua los pliegues del caracol de la oreja.

Cuello
En esta zona uno de los sentidos más importantes es el olfato. El cuello y la zona detrás de las orejas emana un aroma muy erotizante (gran parte de las feromonas provienen especialmente de esta área del cuerpo) que se puede descubrir olfateando el cuello, las clavículas, el agujerito que está en el medio de ellas, la nuca y el nacimiento del cabello. En el cuello se percibe la vida más primitiva de la persona que amamos.

Pecho
Disponte a conocer el pecho de tu amado/a, como si nunca lo hubieras registrado antes. Cómo es la textura de la piel, cómo saben los pezones o las tetillas (sí, muchos hombres disfrutan especialmente del estímulo oral o manual suave y rítmico de esta parte de sus cuerpos), qué sonidos hace tu compañera/o cuando acaricias suave y circularmente su pecho o sus pechos. Si estás con una mujer, rodea todo el pecho con tus dedos, sin llegar aún a los pezones, haz círculos concéntricos empezando desde afuera y llegando muy lentamente a estimular las areolas. Observarás probablemente cómo se eriza su piel y los pezones entran en erección. Si estás con un hombre, acaricia lentamente con la punta de tus dedos, los labios y la lengua el esternón y los costados del pecho (como debajo de los brazos). Esta zona es muy sensible. Igual que el ombligo. Acariciar el ombligo con los dedos y/o con la lengua, desde afuera hacia adentro, despertando la piel de gallina, olisqueando cómo huele el vientre que estás conociendo.

Brazos
Pasamos ahora a los brazos. Prueba el siguiente recorrido con las yemas de tus dedos: la cara anterior del brazo, el pliegue, la cara anterior del antebrazo hasta llegar a la muñeca, la cara posterior del brazo, el codo, la cara anterior del antebrazo. Luego el mismo recorrido en el otro miembro superior. Disfruta las redondeces o durezas, los vellos, la temperatura de la piel. La manera en que se eriza cuando la tocas.

Manos
Las manos representan otra zona altamente erótica, pocas veces explorada, no solamente como dadora sino como receptora de placer. Prueba acariciar el dorso, las palmas (con toques casi imperceptibles), tomar los dedos entre tus dedos y luego meterlos en la boca y chuparlos como si fueran un helado en palito. Degustando suavemente cada uno. Lame la palma de la mano. Se puede hacer pequeños círculos en la palma con las yemas de los dedos. Atrapar con las manos los puños de la compañera/o puede despertar también intensas sensaciones.

Espalda
La espalda es un territorio maravilloso para el amor. Registra los accidentes geográficos de la espalda de tu amante (color, textura, vellos, aroma, cómo es a los costados de la columna) y disponte a disfrutar del viaje, primero con los ojos abiertos y después con los ojos cerrados. Al llegar a los glúteos puedes hacer movimientos circulares que acompañen su forma y si así ambos lo sienten, explorar hacia adentro, con la crema o el aceite. Poner el pecho contra la espalda de la pareja y hacer caricias con el pecho en esta posición puede despertar la excitación que estamos explorando. La sensación de espalda contra espalda también puede generar sensaciones desconocidas. Durante el coito, la espalda es el lugar donde muchas veces ponemos las manos, para asegurar la sensación de “pertenencia” en esta experiencia amorosa.

Piernas
Las piernas tienen la ventaja de tener curvas. Hay de distintos tamaños, grosores, texturas. Se puede masajear los muslos, rodillas, pantorrillas (los gemelos) evitando por ahora intencionalmente llegar a la ingle. Rozando tan solo la parte anterior de los muslos. Sin todavía llegar a los pies. Puedes masajear con los dedos, las palmas de las manos, los labios, la lengua. El cabello o las mejillas también funcionan como buenos instrumentos de masaje. Igual que plumas o telas suaves como la seda o el terciopelo.

Pies
Representan uno de los elementos más eróticos del cuerpo humano. Se pueden explorar, mirándolos, besándolos, oliéndolos, tomando con las manos los dedos de los pies y “exprimiéndolos” hacia afuera. Hay quienes tienen una extrema sensibilidad entre los dedos y las plantas y el estímulo manual u oral de esta zona produce intensas sensaciones. La planta y sus puntos en la almohadilla, el talón y otros espacios a recorrer conscientemente representan una maravillosa manera de dar placer a tu amante.

Genitales
Finalmente llegamos a los genitales. Son de las zonas más “aclamadas” en nuestras relaciones sexuales, pero muchas veces menos conocidas. ¿Qué forma tienen? ¿Qué gusto? ¿Cómo van cambiando de tamaño y de forma al contacto? ¿De qué manera les gusta ser tocados? En general, excepto que la persona esté ya muy excitada y en situaciones de gran intensidad, es preferible hacer caricias suaves y amorosas, primero desde la ingle para ir llegando lentamente a los genitales. Los genitales guardan en sí la magia de permitirnos generar nueva vida (pequeña responsabilidad) pero además son la parte más íntima de nuestro cuerpo. Tanto el pene y los testículos como la vulva (los labios mayores y menores, el clítoris) y la vagina tienen distintas partes para ser exploradas con atención y amor. Caricias suaves, rítmicas y lentas pueden abrir un mundo de sensaciones previas al coito. Besos húmedos pero no mojados, dedos juguetones y bailarines que invitan a la danza interna y prepararán los cuerpos para el encuentro expansivo y elegido.

Y hay mucho más
Hemos hablado de muchas zonas del cuerpo. Algunas han quedado afuera de este recorrido, simplemente por falta de espacio: el abdomen, las axilas, las nalgas. Te propongo que te dispongas a descubrir el cuerpo de tu pareja sexual con una actitud abierta y liviana, receptiva y activa al mismo tiempo. Como es el buen sexo.

Lic. Verónica Kenigstein