Son innumerables las personas que utilizan un único procedimiento para medir su desempeño: compararse con los demás. Cometen el mayor de los errores y abren la puerta a ser presas de sentimientos de inferioridad y falta de valía.
Me viene a la mente una cita del gran poeta Walt Whitman que solía decir: “Soy tan malo como el peor, pero gracias a Dios, soy tan bueno como el mejor”.
Todos tenemos destellos de grandeza pero también momentos en los que no rendimos ni mucho menos de acuerdo a nuestro verdadero potencial. No malgastes ni un ápice de tu energía en procesos de comparación que no conducen a nada. Siempre habrá alguien más brillante que tú, más divertido, más simpático, más en forma,… ¿Y qué más da?
Tu verdadero objetivo ha de ser medirte únicamente con el mejor ser humano que tu sabes que puedes llegar a ser. Ese es el único baremo que importa y es el que te conducirá a la felicidad cuando día tras día te des cuenta de que en tu jornada has puesto en juego absolutamente todo tu potencial.
No mires hacia otro lado.
Empieza a mirar al único lugar en el que puedes encontrar respuestas: tu propio interior.
© 2012 José María Vicedo –
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