¿Has escuchado alguna vez esa frase que dice: “Las comparaciones son odiosas”? Sí, pueden serlo y mucho…
No podemos evitar que los demás nos comparen con otros, pero sí podemos evitar compararnos nosotros mismos con otras personas. Aunque, si resulta que nos comparamos, hemos de aprender a sacar un buen provecho de la comparación.
En ocasiones, las comparaciones tienen algo positivo. Suele ocurrir cuando tomamos un modelo de referencia, alguien que admiramos y tratamos de “imitar” lo bueno que vemos en él/ella. Siempre que no echemos por tierra nuestra propia valía y la comparación nos sirva para mejorar, está bien. Es una estrategia para avanzar como cualquier otra.
Sin embargo, sentirse mal cuando nos comparamos con alguien que ha conseguido algo que es valioso a nuestros ojos y que nosotros aún no hemos logrado, es perjudicial. ¿Por qué sentirse así?
Para ilustrarlo, acudamos por ejemplo a una pregunta de Sócrates: ”Si fueses un campesino, ¿considerarías fracasado al árbol que no da fruta el mismo día que los demás?”
Los logros de los demás no implican que hayamos fracasado, al menos, en la mayoría de las ocasiones en las que no estemos en competencia directa con otros. Sí, en este caso hay vencedores y vencidos. Cuando competimos por un puesto de trabajo o en una maratón, es lógico que el éxito de los demás suponga nuestro fracaso momentáneo.
Sin embargo, esta circunstancia hemos de aprovecharla para ir mejorando, para conocer qué aspectos de nosotros debemos potenciar. De ninguna manera la comparación debe reducirse a: “ha ganado el mejor y yo soy un fracasado””. No. El éxito de una persona no desmerece nuestra valía. Dejemos que nuestra autoestima salga indemne de esta situación.
En el caso de que tomemos como referencia los logros de otra persona, de que nos comparemos con ella, hagamos que dicha comparación sea constructiva y beneficiosa para nosotros. De otra manera, no nos sirve.
Cada persona es única. Cada cual tiene sus virtudes y sus defectos, su familia, su historia, sus valores, sus circunstancias… Desmerecer los propios logros y ensalzar los ajenos (o al revés) prescinde de gran parte de esta información.
Para poder compararse con otra persona hay que conocer muchos datos. Si sólo nos fijamos en que ha logrado algo y nosotros no, estamos siendo injustos con esa persona y, más aún, con nosotros mismos.
http://tusbuenosmomentos.com/2010/07/compararse-para-mejorar/