Nuestros miedos hacen que nuestra alma se enferme…
Cuando creamos nuestro mundo alrededor de un montón de miedos, lo único que hacemos es abrirle la puerta al fracaso, la tristeza y la decepción. No sanar nuestros miedos internos, aquellas heridas que tanto nos han hecho derramar lágrimas de amargura, es como cuando nos da gripe: te sientes mal y te ves obligado a realizar cambios en tu proceder para curarte pronto, pero si no lo haces, lo más probable es que esa gripe termine por agravarse y enviarte directamente a un hospital. De igual forma pasa con nuestra alma: cuando no le cuidamos, cuando no sanamos con amor los daños que sufrimos, se agravará y será mucho más difícil sacarle de la sala de cuidados intensivos a la cual le hemos enviado sin darnos cuenta.
¡Necesitamos amarnos!
Mírate en un espejo y pregúntate: “¿por qué he permitido que los miedos arrasen con lo más bello que hay en mi corazón? ¿Por qué me ha resultado más fácil vivir en la oscuridad? ¿Por qué no he enfrentado el dolor? ¿Por qué?” Ya es hora de que dejemos de ser cobardes y empecemos a darle una pastilla de positivismo a aquel corazón que sólo respira conectado a una máquina de sufrimiento. Debemos empezar a curarnos con gasas de amor para descubrir que ningún problema es más grande que nuestra fortaleza y nuestra esperanza, que nuestra fe y nuestra ilusión por vivir. Debemos amarnos para redescubrir lo valiosos que somos y recuperar aquella valentía que un día nos ayudó a luchar con las peores tormentas para salir victoriosos.
Vale la pena empezar
Yo sé que todo esto no es tan fácil como se lee, ya que a veces nuestras propias barreras son muy altas y tenemos miedo de lo que pueda pasar “después” de liberarnos de nuestros pesares: hemos convivido tanto tiempo con nuestras tristezas, que ya se nos hizo “vicio” vivir pegados a ellas… Pero con las tristezas pasa lo mismo que con cualquier otro vicio: tarde o temprano termina por consumirte y dejarte tirado en cualquier sucia y fría calle. Por ello, antes de que el dolor siga creciendo, tenemos la oportunidad de cambiar los miedos por sueños, el negativismo por optimismo, la soledad por compañía… ¡Vale la pena que empecemos a liberarnos!
¡Aún es tiempo de vivir con amor!
A pesar de todo, todavía hay tiempo para que nuestra alma salga de la sala de cuidados intensivos en la que ha estado recluida. Hoy debemos cambiar nuestras enfermedades y nuestros vicios, hoy podemos abrir nuestro corazón y llorar todo lo que hemos callado. Hoy podemos ser nuestros propios amigos y escuchar lo que el corazón tantas veces ha gritado en el silencio. Hoy tenemos tiempo de cambiar el paisaje que adorna nuestros días… Liberémonos de nuestros miedos, lo único que perderemos al ponernos en esta tarea es perder nuestro peor miedo: el miedo a vivir.
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