La adicción al sexo, o ‘desorden hipersexual’ como lo denominan los expertos, es un problema psicológico que trae graves consecuencias sobre la vida y relaciones sociales de quienes la padecen. Se traduce en un conjunto de conductas repetitivas y, sobre todo, de carácter compulsivo, con el único objetivo de mantener relaciones sexuales, ya sea con otras personas o en soledad.
En general, el problema no es el sexo en sí, si no otra circunstancia exterior, como alguna situación traumática: que te hayan puesto los cuernos, que te dejen plantado en el altar, excesivo estrés, depresión, etc. Es decir, “la persona afectada encuentra su vía de escape al conflicto original en el sexo y alivia la situación de ansiedad que le genera el problema”, coinciden las psicólogas y sexólogas granadinas Lola Izquierdo y Jessica Benavente. Ocurre que la respuesta sexual (deseo / excitación / orgasmo / resolución) es placentera, sabemos que tener sexo da placer y ése calma la angustia que tiene el afectado cayendo en un círculo vicioso. El siguiente paso será convertirlo en hábito porque solo encuentra el desahogo que necesita en el sexo. “El problema viene cuando la persona sabe que no puede dejarlo, incluso le provoca tensión no practicar sexo y vuelve a caer”, explica Jessica Benavente.
El sujeto activa un mecanismo compulsivo, ya no lo puede controlar y, lo que es un acto placentero como hacer el amor, se convierte en un sufrimiento. El adicto “tiene sentimiento de culpa, pensamientos rumiantes, crea estrategias para poder aliviarse sin sentirse mal, la mentira es protagonista como en la mayoría de las adicciones. El deseo sexual controla su vida”, dice Lola Izquierdo. Además, ocupa gran parte de su día a día en encontrar el hueco para lograr esa relación sexual, incluso la inmediatez se impone, ya sea con personas desconocidas en un aquí te pillo, aquí te mato, a través de Internet, películas porno o con la masturbación a la que recurren con bastante frecuencia. Elaborar esta vida sexual poco meditada, no es más que “un sistema compensatorio al problema original con un toque irracional para satisfacer únicamente su deseo”, apunta la psicóloga Izquierdo.
Deseo sexual
En el campo de la adicción sexual o ‘desorden hipersexual’, Jessica Benavente considera importante la diferencia entre el deseo sexual hipoactivo y el deseo sexual hiperactivo. Según la psicóloga:
El deseo sexual hipoactivo se puede dar a cualquier edad, da lo mismo a los 15 años que a los 80. Se caracteriza por el aumento de la actividad sexual, de menos a más; el deseo y las fantasías no van a más; “es frecuente que ocurra tras una ‘liberación de novios’; así como que suceda con un comportamiento repetitivo. Por ejemplo, todas las veces que estemos en el coche, lo hacemos”.
A la vez, supone un trastorno del estado de ánimo: obsesivo compulsivo, “pensamientos sobre la sexualidad que le provoque tal angustia que solo teniendo relaciones sexuales se le quita, como masturbarse diez veces al día para evitar a su mujer”.
El trastorno del deseo sexual hiperactivo se traduce en la relación de si aumenta lo social, aumenta el deseo sexual. Por tanto, también “aumenta la fantasía y el deseo sexual, practicando el sexo reiteradamente”. Es decir, volvemos al punto anterior: cuando resulta molesto, “provoca angustia por no poder controlarlo, es un problema y en consecuencia, se trata de una adicción”.
Tratamiento en consulta
Todas las adicciones se suelen llevar en secreto, más aún si se trata de una adicción al sexo. Es una capítulo tan íntimo y personal de uno mismo, que cómo se lo vas a contar a una familiar o un amigo. Lo más sensato es acudir a la ayuda profesional de un psicólogo, para lo que es necesario, en primer lugar, reconocer y asumir que existe un problema.
Una adicción muy instaurada necesita mucho trabajo para superarla, puesto que es tan dura para el paciente que pasa a evitarla para no recaer. Una vez en consulta, según las dos psicólogas que nos acompañan, lo importante es aprender mecanismos de autocontrol, para reducir esa ansiedad y recanalizarla. “En cuanto el paciente nota la presión, no deja de pensar en otras cosas. Hay que alternar con otros elementos sociales para aliviar la tensión”, comenta Lola Izquierdo.
Por el momento es una patología que sufre un porcentaje mayor de hombres que de mujer (del 6% de la población mundial que la padece, un 2% son mujeres), aunque cada vez son más féminas las que acuden a consulta. Hay personas que consiguen rehabilitarse, pero los que vuelven al pozo llegan a límites insospechados, pudiendo pasar de la adicción a la perversión.
http://granadablogs.com/puntog/2013/08/04/adiccion-sexual-la-busqueda-insaciable-del-placer/