Y aquí estamos, tratando de redactar lo que sentimos. Como el famoso escritor undergrown, que explicaba que después de tirar a la papelera innumerables folios, y colocar otro en la máquina de escribir (eran otros tiempos), ?la hoja en blanco, me miró? (Bukowski dixit). Se nos viene el mundo encima, deseamos describir lo que interiormente nos es claro, pero no atinamos en la forma, en el cómo.
Sin embargo, aunque no encontremos el modo, el hecho de proponérnoslo es lo que nos da valor. La mejor forma de definirlo es con la frase ?plantearse una pregunta, es empezar a responderla?. La actitud de búsqueda es la que nos llevará a la solución. Sin ella, ni siquiera habría cuestión.
Lo mismo ocurre en nuestra vida. Vamos rastreando, queriendo encontrar sentido, alivio, respuestas. En ocasiones creemos vislumbrar una guía. O nos adentramos en conocimientos que creemos nos ayudarán. Y las más de las veces hemos de volver sobre nuestros pasos, desalentados, sin haber hallado el anhelado resultado.
No importa. Mientras busquemos, mientras tengamos ese espíritu, estaremos en el buen camino. Y posiblemente ni nos demos cuenta de que estamos en él. Muchas veces nos ensimismamos obcecadamente en el fallo cometido, en la decisión errónea. No en que hemos tenido el valor de tomarla.
El día a día nos hace perder perspectiva. Por repetitivo, hace que nos concentremos en el hecho en sí, en la puerta equivocada. No en que hay más puertas. Y sobre todo, en que somos libres y capaces de abrir muchas más. Si hemos fallado, es porque nos hemos atrevido. Equivocarse es de sabios? equivocados, como nosotros. Y podemos seguir haciéndolo.
Por eso, aún más significativo que la solución en sí, que llegará, o no, cuando deba, es el saber que actuando de este modo, constantemente podremos encontrar la manera de salir de nuestras incertidumbres. Aprendiendo de nuestros errores y volviéndolo a intentar.
Eso es la vida. Una y otra vez. Nadie nace enseñado. A medida que vamos creciendo, nos vamos enriqueciendo. Nunca dejamos de adquirir conocimiento, experiencia. De vivir. Nunca se acaba, siempre hay lugar para más. Para saber de nosotros mismos, de los demás, de que hacemos en este mundo. Quién cree saberlo todo, de estar en posesión de la ?verdad?, ya ha muerto antes de morir.
Si abandonamos, si nos dejamos vencer, si dejamos de preguntarnos, perdemos lo que de humano tenemos. Nuestra esencia, lo que de vida hay en nosotros. Si mantenemos el instinto de buscar, lo demás vendrá por añadidura, cuando sea su momento. No es lo principal. Lo principal es seguir adelante. Es nuestro camino, y nadie va a recorrerlo por nosotros. Seguir en el camino con los ojos bien abiertos, es el mayor don que podamos soñar. Y lo tenemos.
Xavier Arriaran