Has llegado hasta aquí, haciendo miles de malabares, y aquí sigues.
Tu voz interior o tu intuición, te ha querido llevar hacía el lugar que más te convenía.
En ocasiones no te has hecho caso y te has dejado influir por el entorno o por el que dirán. Entonces… las cosas no han parecido fluir. Todo se ha vuelto más pesado y lento. Incluso tú te has vuelto más pesada:
“Haré lo que él me dice… Aunque sé que no debo de hacerlo… Vayamos a que se moleste”…
“Saldré con ellos un rato. Ya tendré tiempo mañana de dormir y de terminar de leer el libro. No quiero que piensen que soy un aburrido”…
Cuando estamos solos y en silencio, tranquilos y cómodos con nosotros mismos, es el momento de hacerte preguntas en voz alta:
¿Estoy haciendo lo que deseo hacer? ¿Tengo algún dolor o molestia en mi cuerpo que me esté avisando de que algo no marcha del todo bien?
Escúchate. Oye esas respuestas que aparecerán en tu mente sin tú buscarlas.
Siente esa fuerza que hay en tu interior. Nota, justo en el centro de tu pecho, como algo dentro de ti se ensancha y te impulsa a moverte hacía una dirección.
Analiza si es adecuado que hagas aquello que sientes. Evalúa los pros y los contras antes de tomar cualquier decisión. No te dejes llevar por el primer impulso. Pero tampoco te dejes convencer por motivos externos que no te convienen.
¿Lo sientes? Ya has tomado una decisión y ese es el primer paso para seguir o comenzar a escucharte.
Dentro de ti, habita un sabio…. Eres tú. Tan solo escucha, analiza y actúa.
Recuerda: la fuerza está en ti
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