Una primera aproximación al proceso meditativo
Uno de los errores mas comunes en las respuestas a la pregunta ¿para qué sirve la meditación? o ¿cuál es su esencia?, es hacer referencia a algunos resultados del ámbito físico o emocional que puede provocar la misma en el ser humano los cuales, si bien son notablemente importantes, son beneficios adicionales de la meditación y no su finalidad per se.
Entre estos beneficios, muchos de ellos ampliamente difundidos mediante cuidadosas investigaciones, se encuentran la disminución y estabilización en valores normales de la presión sanguínea, el aumento de la actividad intelectual, el aumento de la actividad inmunológica del organismo lo cual implica menor propensión a las enfermedades, la disminución de los contenidos plasmáticos de ciertas hormonas asociadas al stress, etc.
Si bien, como mencionamos anteriormente, estos beneficios son notables e importantes, no son en absoluto la finalidad de la meditación sino beneficios adicionales y secundarios a la práctica de la misma. Me causa mucha gracia escuchar a médicos, psicólogos y psiquiatras recomendar la meditación para alcanzar este tipo de resultados dejando de lado y sin mencionar su finalidad propia y específica. El problema, claro está, no es que se recomiende la meditación de forma incorrecta sino que, muy por el contrario, no se explique su sentido último y esencial. Por supuesto que, y esto se encuentra ampliamente probado, todas las prácticas que ejercita el ser humano sin conocer el sentido último y fundamento de las mismas caen en poco tiempo en desuso y dejan de ser practicadas.
“La perfección del hombre se alcanza
mediante la puesta en acto (o puesta en práctica)
de su potencia cognoscitiva mas perfecta.”
Aristóteles
La meditación es un proceso experiencial cognoscitivo en el cual interviene especialmente la actividad intelectual denominada Intelección directa.
El fundamento y esencia última de la meditación es hacer que el ser humano alcance mayores grados de perfección y plenitud actualizando su potencia cognoscitiva mas perfecta, como dice Aristóteles, la cual es su inteligencia. Estos mayores grados de perfección y plenitud implican un mayor conocimiento y toma de conciencia de realidades que se encuentran más allá del mundo físico y que son el fundamento del mismo.
Esto significa que mediante la meditación llegamos al conocimiento de los reinos más significativos del universo los cuales son el estrato fundamental del reino material y de otros reinos menores a los cuales estamos ampliamente acostumbrados y en contacto cotidiano. Su práctica nos introduce de lleno en el ámbito de las realidades más elevadas entendiendo por esto a las realidades existentes en el reino espiritual del universo. Estos reinos “inmateriales” son más perfectos e inclusivos que sus hermanos menores, es decir, los reinos de la materia, el cuerpo, la psique e incluso la mente.
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