Cuando una persona está en estado de meditación, no está intentando tranquilizar su mente, más bien, está apartándose de ella.
Si el sol aprieta demasiado, si es insoportable, puedes ver que un hombre abre su sombrilla; y las sombrillas se pueden abrir al sol y uno puede refugiarse en su sombra o bajo cualquier otra sombra para protegerse. Pero no es posible abrir una sombrilla dentro de la mente. La única protección posible sería un pensamiento, y éstos no cambian nada. Sería como si un hombre intentase permanecer bajo el sol con los ojos cerrados pensando que tiene una sombrilla sobre la cabeza y que no siente calor. Pero habrá de sentir calor. El hombre intenta hacer algo, intenta refrescar el sol. Intenta "practicar" la meditación. Pero hay otro hombre que, cuando hace sol, se limita a pasearse por su casa y a relajarse. Se limita a apartarse del sol.
Practicar la meditación significa hacer un esfuerzo, un esfuerzo por cambiar la mente. Y estar en meditación significa no hacer ningún esfuerzo por cambiar la mente, sino pasar adentro en silencio.
Si haces un esfuerzo por meditar, la meditación no se producirá nunca. Si intentas hacer un esfuerzo te forzarás, te decides a calmar tu mente pase lo que pase y no dará resultado, pues, al fin y al cabo, ¿quién estará haciendo todo esto? ¿Quién estará dando esas muestras de decisión? Quién, sino tú?
Ya estás confuso, inquieto desde el primer momento. Intenta calmarte: esto significa que te buscas un nuevo problema. Estás sentado en tensión, dispuesto, olvidándolo todo. Cuanto más rígido te pones, cuantas más dificultades encuentras, más tenso te quedas. Éste no es el camino. Yo te pido que medites porque la meditación es relajación. No tienes que hacer nada: simplemente, relájate.
Un hombre nada en el río. Dice que quiere alcanzar la otra orilla. La corriente del río es fuerte y él agita los brazos y las piernas intentando avanzar a nado. Se cansa, se fatiga, está agotado, pero sigue nadando. Este hombre se está esforzando. Nadar es un esfuerzo para él. Practicar la meditación también es un esfuerzo. Pero hay otro hombre. En lugar de nadar, éste se limita a flotar. Se deja llevar por el río. No agita los brazos ni las piernas; sencillamente, se acuesta en el río. El río fluye, y él también fluye. No nada en absoluto, sólo flota. No hace falta ningún esfuerzo para flotar; flotar es un “no-esfuerzo”.
La meditación es como flotar, no es como nadar. Observa a un hombre que nada y a una hoja que flota en el río. El placer y la alegría de la hoja no son de este mundo. Para la hoja no hay problemas, ni obstáculos, ni disputas, ni molestias. La hoja es muy sabia. Y ¿en qué se aprecia su sabiduría? La hoja es sabia porque ha hecho del río su barca y ahora navega sobre él. Está preparada y dispuesta a ir allí donde quiera llevarla el río.
Osho