Nos preocupamos por todo tipo de cosas, desde cómo vamos a conseguir el dinero para la renta este mes, si nuestros hijos van a llegar bien hoy a casa, si habremos cerrado bien la puerta al salir, si nuestro jefe estará satisfecho con la presentación que hemos preparado, si nuestra salud se encontrará bien, etc…
Hay preocupaciones de todos tamaños y todos pasamos por temporadas en las que afortunadamente no tenemos preocupaciones importantes, pero también hay días en que una o varias cosas nos preocupan.
¿Pero qué es la preocupación?
La preocupación es un estado natural de alerta del ser humano, en el que estamos percatándonos de algo que puede representar un problema (o amenaza) en nuestro futuro. Hablamos de que es un estado natural, ya que nuestro organismo está diseñado para detectar cualquier cosa que pueda representar un peligro, y se prepara para enfrentarlo de la mejor manera posible.
En realidad la preocupación es el detonador que nos lleva a tomar acción hacia algo. Hacia resolver aquello que pudiera representar un problema. Esto significa que la preocupación es en realidad algo muy útil e importante en nuestras vidas. ¡Qué te parece eso! Resulta que la preocupación no sólo no es mala, ¡sino que hasta es indispensable!
Simplemente imagínate cómo vivirías si nunca te preocuparas por nada. Sería un verdadero problema. No se te ocurriría prepararte para situaciones como el llenar el tanque de tu auto antes de salir a carretera, no voltearías para ver si viene un auto antes de cruzar una calle, y no evitarías que tu niño pequeño juegue con cerillos.
¡Simplemente no te preocuparía! Y ya puedes imaginarte los serios problemas que resultarían de esta falta de preocupación, al no poder anticiparte a una situación amenazante.
Si la preocupación es tan necesaria, ¿por qué vivimos peleados con las preocupaciones? ¿Por qué decimos cosas como “quisiera llevar una vida libre de preocupaciones”? La respuesta es que solemos quedarnos estancados en la fase de la preocupación.
Como su nombre lo dice, “preocuparse” implica pre-ocuparse. Es decir, es una fase previa a tomar acción. Una vez que surge en nosotros el aviso instintivo de un posible problema o amenaza, el siguiente paso es tomar acción para evitarlo, y en ese momento desaparece por completo esa sensación angustiosa que conocemos como preocupación.
El problema es que muchas veces nos preocupamos por algo, pero nos estancamos en estar preocupados y nunca pasamos a la fase de las soluciones. Nos pasamos horas o días pensando en el problema, en todo lo malo que puede resultar de esa situación, en lo terrible que sería que aquello sucediera, etc. Pero no hacemos nada.
Si tienes una situación que te preocupa en tu vida, te recomendamos seguir los siguientes pasos:
1. FASE DE PREOCUPACIÓN. Identifica claramente qué es lo que te está preocupando. Escríbelo. Que sea una frase clara y concisa, por ejemplo: “me preocupa quedarme sin empleo”, “me preocupa que mi pareja se moleste conmigo”, “me preocupa que llueva mañana que es el día de mi boda”, etc.
2. ¿ESTÁ EN MIS MANOS HACER ALGO? Pregúntate si aquello que te preocupa es algo que tu tienes manera de evitar o de modificar. Por ejemplo, quedarte sin empleo o que tu pareja se moleste contigo, aunque sí pueden depender de factores externos a ti, también hay cosas que tu podrías hacer para evitar o minimizar las probabilidades de
que sucedan. Sin embargo, que llueva mañana en tu boda es algo que definitivamente está totalmente fuera de tu control.
3. FASE DE SOLUCIONES. Si puedes hacer algo por evitar lo que te preocupa, haz una lista escrita de todas las opciones que se te ocurran para resolverlo. Es importante que anotes todo lo que se te ocurra, sin importar mucho si es lógico o no. Eso lo verás después. En este momento lo importante es que abras tu mente y la orientes a pensar en soluciones. En todas las que se te ocurran.
Una vez que tengas una lista con varias posibles soluciones, entonces sí vas a descartar las que de plano no vienen al caso o no son factibles, hasta quedarte con dos o tres que realmente son viables. Al tener dos o tres soluciones posibles, no sólo puedes pasar de la preocupación a la acción, sino que tienes diferentes alternativas en caso de que una
solución no funcione.
4. SI NO ESTÁ EN TUS MANOS. Si una situación que te preocupa no está en tus manos solucionar, entonces lo único que puedes hacer es decidir con qué actitud enfrentarlo. Supongamos que quisieras que no hubiera tráfico para llegar a tu casa, pero al salir de tu oficina te encuentras con un terrible mar de autos. Esto es algo que tú no puedes
evitar. No está en tus manos resolverlo y de todos modos tienes que pasar por ese tráfico (¡a menos que decidas no regresar a tu casa!).
Si estás frente a una situación que no deseas, pero que reconoces no está en tus manos resolver, lo único que te queda es decidir si lo vas a sufrir o no. Si de todos modos vas a pasar por el tráfico, puedes pasarlo enojándote todo el camino, o adoptando una actitud de resignación y fluir con la situación. Tal vez puedes incluso encontrar algo que hacer mientras llegas a tu casa, que te haga el camino más agradable.
Como hemos visto, la preocupación es muy útil y necesaria. El punto importante es no quedarse ahí, no hacer de esta fase una fase permanente, sino que sirva para detectar el problema y pasar a la fase de soluciones.
Así es que la próxima vez que algo te esté preocupando, sigue los pasos mencionados aquí y verás lo bien que te sientes cuando sales del estancamiento de la preocupación y comienzas a tomar control de la situación y/o de tus actitudes.
http://www.misuperacionpersonal.com/superacionpersonal-articulos/ansiedad/preocupacion-utilidad.htm