Dos de nuestros pasatiempos preferidos son culparnos por cosas que hemos hecho y preocuparnos por cosas que van a suceder o podríamos hacer. Estas dos emociones inútiles no nos dejan disfrutar del día a día y son responsables de nuestro insomnio. La culpabilidad consigue despilfarrar tus momentos presentes inmovilizándote y angustiándote por un comportamiento pasado. Mientras que la preocupación es el mecanismo que te inmoviliza y angustia ahora por algo que está en el futuro y que a menudo es algo sobre lo que no tienes ningún control.
Aunque una respuesta está dirigida al futuro y la otra al pasado, ambas sirven el mismo propósito inútil de mantenerte inquieto o inmóvil en tu momento presente.
Me siento culpable
Una de las emociones más destructivas es casi siempre ocasionado por algo que ha ocurrido en el pasado y los conflictos internos que resultan a raíz de este evento no se resuelven. Estos sentimientos acarrean desequilibrios mentales muy negativos que se conocen como sentimientos de culpabilidad.
Somos muchos los que hemos sido sometidos a una verdadera conspiración de culpabilidad en nuestras vidas; una conspiración no premeditada pero muy eficiente destinada a convertirnos en verdaderas máquinas culpables. La máquina funciona de la siguiente manera. Alguien emite un mensaje destinado a recordarte que has sido una mala persona por algo que dijiste o no dijiste, sentiste o no sentiste, hiciste o no hiciste. Tú respondes sintiéndote mal e incómodo en tu momento presente. Tú eres la máquina de culpabilidad. Un aparato que respira, habla, camina y reacciona con cargas de culpabilidad cada vez que le echan el combustible apropiado. Y debes estar bien aceitado si has estado totalmente inmerso en nuestra cultura productora de culpas.
No hay culpabilidad por grande que sea que pueda resolver un solo problema.
La culpabilidad
No es sólo una preocupación por el pasado; es la inmovilización del momento presente en aras de un suceso del pasado. Si simplemente estás aprendiendo lecciones de tu pasado, y prometiéndote evitar la repetición de algún comportamiento específico, eso no se llama culpa. De hecho, si te sientes culpable por algo que has hecho es más probable que repitas esa misma conducta en un futuro.
¿Que ocasionan los sentimientos de culpabilidad?
Los sentimientos de culpabilidad generalmente ocurren por accidentes involuntarios en los cuales la persona participó directamente. Todos sabemos que no es lo mismo romper un vaso accidentalmente que lanzarlo al suelo a propósito. El sentimiento de culpa también se da por actos voluntarios como por ejemplo, palabras groseras que se pronunciaron en el pasado contra alguien a quién ya no podemos pedir perdón. Incluso existen actos que involucran a más de una persona como por ejemplo, la infidelidad.
El sentimiento de culpa por haber sido infiel a la pareja lo sufre tanto el que fue infiel como el que fue víctima de la infidelidad. La víctima se siente culpable de no haber podido satisfacer a su pareja para que fuera feliz en la relación. Y por otro lado, el infiel se siente culpable por el daño ocasionado y por cómo afecta a su vida misma.
Dos tipos de culpabilidad
La culpa se adueña de nuestro sistema emotivo a través de dos formas. La primera es la culpabilidad aprendida en la niñez y perdura hasta la personalidad adulta. La segunda es la culpabilidad que ha sido autoimpuesta por un adulto después de infringir un código moral o una norma.
¿Por qué elegimos sentirnos culpables?
A pesar de que es un comportamiento estúpido e inútil, seguimos sintiéndonos culpables y desperdiciando nuestro presente. ¿Por qué?:
Si ocupas el momento actual en pensar en cosas que hiciste en el pasado no tendrás que emplear el presente en hacer otras tareas más eficientes y provechosas.
Sentirse culpable es una manera de que los demás sientan compasión por ti en vez de quererte que puede ser algo más difícil.
Puedes ganarte la aprobación de la gente sintiendo culpa por un comportamiento. Si has hecho algo que transgreda las normas establecidas pero te sientes culpable, estás demostrando que sabes muy bien cómo debes comportarte y que estás haciendo lo posible por adaptarte.
Cambiar y crecer personalmente es arriesgado y difícil. Cuando nos sentimos culpables podemos evitar cambiar para no esforzarnos ni apostar por nosotros mismos.
Existe la tendencia a creer que si te sientes lo suficientemente culpable, a la larga quedarás perdonado por tu mal comportamiento.
La culpabilidad nos hace sentirnos seguros, como cuando éramos niños y otros tomaban las decisiones en tu nombre y se ocupaban de ti. En vez de hacerte cargo de ti mismo en el presente, confías en los valores de los otros en tu pasado. Y una vez más la retribución radica en sentirse protegido del peligro de hacerte cargo de tu propia vida.
La culpa es una estrategia útil para manipular a los demás
La culpa es una herramienta que cumple una función, manipular a los demás. Es muy útil, por ejemplo, para conseguir que la pareja se adapte a las demandas y normas del otro. “Si tuvieras algo de sentido de responsabilidad, me hubieras llamado.” O “Ésta es la tercera vez que he tenido que vaciar la basura, me imagino que simplemente te niegas a hacer tu parte.”
¿La meta? Lograr que uno haga lo que quiere el otro. ¿El método? La culpabilidad.
La otra cara de la moneda: la preocupación
La preocupación, desde el punto de vista diagnóstico, es igual que la culpa pero enfocada al futuro.
Sentir culpa y preocupación es algo que se puede controlar. ¿Eliges sentirte culpable y preocupado o disfrutar del presente? Aunque estas dos emociones te asalten con relativa frecuencia, intenta que no interfieran con tu descanso ni ocupen mucho tiempo de tu presente.
“No es la experiencia del día de hoy lo que vuelve locos a los hombres. Es el remordimiento por algo que sucedió ayer, y el miedo a lo que nos pueda traer el mañana”.
Robert Jones Burdette