Son muchas las personas que piensan y actúan de forma espontánea, en base a las circunstancias que se les dan y a las personas con quienes se relacionan. Oyen algo de otras personas y de forma instantánea aparece en su cerebro un pensamiento sin prácticamente decidir que pensar y que hacer.
No solo se es reflejo de otras personas en cuanto a los pensamientos y a las acciones, sino también en las emociones, puesto que se aprecia algo, tanto en las circunstancias donde se desenvuelven, como en otras personas y de inmediato se manifiesta una emoción, sin que de forma consciente se quiera participar de tal estado, ya que son muchas las ocasiones, que el participar de ese estado, lo único que se consigue es un sentimiento inadecuado que resta y no soluciona nada.
Pasado algún tiempo después de haber recibido el estimulo que ha llevado a ese estado emocional indeseado, nos parece ilógica nuestra reacción, aunque se nos siguen dando esas situaciones.
Estudios realizados han podido comprobar que la parte de nuestro cerebro donde residen las emociones tienen unas potentes vías de comunicaciones con la zona racional del mismo, aunque a su vez las comunicaciones de la zona lógica con la emocional dispone de unas vías mucho más débiles.
En parte esa diferencias en las vías de comunicaciones entre lo racional y lo emocional, de nuestro cerebro, explica porque a las emociones les resulta tan fácil manifestarse en las personas, imponiéndose sobre lo lógico y racional, al tiempo que a la razón le cuesta controlar lo emocional.
Aunque de forma consciente y racional decidamos ser felices, no resulta tan fácil, pues para ello hemos de tomar el control de lo emocional, desprogramando esas reacciones automáticas a que nos lleva la parte emocional, que nos hacen reaccionar y actuar sin pensarlo. Para comenzar a dar solución a situaciones así, la auto observación es una importante herramienta.
Todos somos dueños de nuestras vida, negarlo supone poner en otras personas derechos que nos corresponden a cada uno. Por tanto ninguna otra persona, ni grupos de personas, son dueños de tu vida, y por consiguiente tu tampoco eres dueño de la vida de otras personas.
Dejar tu vida a otras personas supone perder tu vida y por tanto perder tu futuro. Perder tu libertad es perder tu presente y perder la decisión sobre lo que has de realizar y la libertad que has de tener es también perder la parte de tu pasado que lo produjo.
Te pertenecen los productos y la libertad de tu vida, pues ellos son el fruto de tu trabajo y la utilización de tu tiempo, energías y talentos.
Aunque se den obstáculos en el camino hacia los objetivos es importante el intento para llegar a ello, y cuando hay ilusión con criterio en ello, se aprende y se repite la acción ya corregida, convirtiéndose en una importante herramienta.
Es difícil que se de la excelencia y el camino a la perfección sin haber asumido los inconvenientes como aprendizajes y no tomarlos como fracasos.
No has de ser esclavo de otros que reclaman tu sacrificio, pues eres el dueño de tu vida, por tanto tu decides, es tu responsabilidad, y eres tu quien escoges tus propios objetivos, basándolos en tus valores.
Aunque no hayas sido consciente y no quieras hacerte responsable de ellas, tus acciones en representación de otros o las acciones de otros en tu nombre, tienen su origen en acuerdos voluntarios y mutuos, aunque en algunos momentos se de cierto sometimiento porque así conviene.
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En esta vida tan corta, ¿es tan importante esta desgracia que le está ocurriendo?
Rael Santandreu.
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Si aprendes de tus fracasos realmente no has fracasado.
Zig Ziglar.
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Las personas le echan la culpa a las circunstancias. No creen en las circunstancias. Las personas que avanzan buscan las circunstancias y si no las encuentran las crean.
George Bernard Shaw.
Dver.
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