Hay muchos momentos en los que sentimos que la ira, los nervios, la impotencia, la angustia o la rabia nos invaden. Nuestros pensamientos, normalmente negativos, se aceleran en esta situación, haciendo que, en lugar de calmarnos, nos vayamos sintiendo peor y peor, hasta que perdemos totalmente el control.
Para evitar esto, lo mejor es utilizar unas técnicas que relajación que nos permitan calmarnos, detener los pensamientos negativos y recuperar una perspectiva racional de la situación que estamos viviendo, para de ese modo poder manejarla de forma más efectiva. Para que estas técnicas sean realmente efectivas y nos ayuden en el momento en que las necesitemos, es necesario tenerlas automatizadas, es decir, practicarlas con regularidad, hasta que consigamos la relajación casi de forma automática.
Para lograrlo comenzaremos respirando lenta y profundamente, expirando lentamente. Mientras expiramos, prestaremos atención a cómo se va desapareciendo la tensión y cómo comenzamos a relajarnos gracias a la respiración.
Cuando nos sintamos más relajados, comenzamos a respirar de forma natural, ni demasiado profundamente ni demasiado superficial, de forma rítmica y nos vamos concentrando poco a poco en la respiración.
Para lograrlo, podemos decirnos mentalmente ’’Inspirar, uno, dos, expirar, uno, dos”, de forma acompasada con nuestra respiración.
Cuando estemos concentrados, cada vez que exhalemos el aire, repetiremos en silencio una palabra que nos resulte relajante como “paz”, “mar” o la que queramos. Si lo preferimos, podemos visualizar una imagen que nos resulte relajante. De este modo permaneceremos unos diez minutos.
Para terminar, expulsamos el aire lenta y profundamente diciendo en silencio “me siento tranquilo”. Poco a poco salimos de este estado relajación.
COn la práctica, cuando estemos enfadados, asustados o angustiados, simplemente nos concentraremos en la respiración y en la imagen relajante, y nos sentiremos equilibrados en pocos minutos.