Si queremos que nuestras relaciones funcionen —en el hogar, el trabajo y en la vida en general—, escuchar debe ser nuestra prioridad. He aquí cómo aprender a hacerlo:
Formar el hábito. No estamos acostumbrados a escuchar porque no lo hacemos a menudo, pero, como todo hábito, es cuestión de ejercitarlo, y poco a poco se facilitará. Empiece hoy mismo, con cualquier persona.
En vez de pensar en lo que va a decir mientras habla, concéntrese en sus palabras y emociones. Ponga toda su atención en la persona y olvídese de usted en esos momentos.
Mantener la actitud. La otra persona no percibirá su atención sólo porque guarde silencio mientras habla; necesita también ver en su actitud que le interesa recibir su mensaje. Por eso, dele señales claras de que está atento a través de sus gestos, de una postura receptiva y, sobre todo, con la mirada. Nuestros oídos escuchan, pero es a través de los ojos como nos conectamos.
Formular preguntas. Una vez que la persona haya hablado, hágale preguntas para estar seguro de que entendió bien sus palabras. Esto no sólo aclara la comunicación, sino que infunde confianza a la otra persona para expresar lo que piensa.
Tener equilibrio emocional. Si toma como una alusión personal todo lo que escucha, creará una barrera y quizá las emociones le ganen. Si la otra persona habla de usted, piense que es sólo su percepción. Puede expresar desacuerdo sin tener que alterarse. No siempre el que calla otorga. A veces guardar silencio es sensato, y nos acerca más a la otra persona.
Abstenerse de críticas. Hacer juicios negativos sobre lo que la otra persona dice sólo la cohibirá. Para tener una charla íntima necesitamos sentir confianza, pero ésta se pierde cuando hay descalificaciones.
Evitar las distracciones. El celular o cualquier otro aparato portátil que suene puede cortar de tajo la comunicación. Así que tenga las manos libres mientras conversa.
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