Quien más y quien menos, todos hemos tenido nuestros baches motivacionales. La ansiada motivación nos ha abandonado en un día en el que nos levantamos con el pie izquierdo o, peor aún, otras veces ha ido cayendo en picado hasta que se ha estrellado contra el suelo.
A todos nos ha tocado remontar en alguna de las situaciones mencionadas y a todos nos ha costado trabajo, a veces más y a veces menos.
Sabiendo esto, ¿no crees que desmotivar a una persona es algo de lo mas fastidioso? Si ya nos demotivamos solos, imagínate cuando “nos ayudan“. ¡Qué horror!
¿Y cómo nos percatamos de que estamos desmotivando a alguien? Por ejemplo, aquí van algunas actitudes desmotivadoras al 100%:
No escuchándole. Vemos que alguien necesita compartir algo con nosotros y lo que nos dice entra por un oído y sale por otro. El “prójimo” lo percibe y se queda hecho un trapo.
Riéndonos o burlándonos de la persona en cuestión. Esto sí que es retorcido…
Recalcándole los errores. Claro que es sano hablar de los errores y más si es para ayudar, pero hacer énfasis en ellos, obviando los aciertos o las soluciones, puede minar la motivación de cualquiera.
Sembrando inseguridad, miedo, incertidumbre (como quieras llamarlo). En la vida a veces se toman decisiones arriesgadas. No hay más remedio. Cuando nos focalizamos sólo en “los peligros“, podemos estar invitando a paralizarse a nuestro interlocutor, cosa nada deseable.
Y seguro que hay algunas actitudes más… En definitiva, se trata de que nos percatemos de ellas antes de infligir un daño a la motivación de otra persona, mucho más cuando no goza de una salud de hierro.
Mejor, tomemos el camino contrario: ayudémonos, animémonos, motivémonos mutuamente… Así será más fácil la vida para todos.
http://tusbuenosmomentos.com/2010/10/no-desmotivemos-a-los-demas/