No Seamos Como la Fruta Podrida

Anoche estuve pensando que las personas a veces pueden ser comparadas con las frutas. Uno las ve tan exquisitas y bellas y se las quiere llevar a su casa. Así que hace una fila y las compra. Sucede que hace unos días estuve en una ciudad que es muy conocida por sus mangos dulces y apetecibles. Así que me dispuse a comprar un paquete de tan deliciosa fruta. Pero fue grande mi sorpresa cuando la comencé a cortar y observé que adentro estaba podrida.

¡Qué decepción tan grande! No pude disfrutar de ese mango. Tan lindo que se veía por fuera, pero por dentro estaba podrido. Y muchas personas son así, en la superficie se ven tan ideales, tan hermosos y atractivos. Más cuando uno se dispone a conocerlos va descubriendo que lo que tienen adentro no es ni bueno ni agradable.

Ahora bien, cuando el empaque de afuera combina con el de adentro, ¡qué experiencia más maravillosa! Los sentimientos tales como la amargura, el odio, el orgullo y el rencor hacen que nuestro interior se afee de tal manera que cuando los demás miren adentro no les va a gustar lo que ven.

No podemos ser como esas frutas que engañan a nuestros ojos, lo que reflejamos afuera tenemos que también llevarlo dentro de nuestro interior.

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Autora: Brendaliz Avilés