Admiro a todos los que se toman tiempo para
imaginar cómo sería alcanzar un objetivo, ya sea individual o en grupo.
El cambio que desean comienza así, con un sueño, con un deseo…
También admiro a quienes hablan de lo que quieren e investigan el modo de conseguirlo. Y, desde luego,
admiro a aquéllos que usan lo aprendido para trazar un plan.
El deseo de cambio madura hasta convertirse en una hoja de ruta para llegar al destino deseado.
Por último, están las personas que más admiro:
Las que se ponen en marcha. Ésas que dan vida a las palabras y a los planes con sus acciones.
- Muchos piensan y hablan sobre sus sueños. Por algo se empieza.
- Muchos hacen planes. Sin esos planes sería fácil equivocar el camino.
- Pero no son tantos los que se atreven a ir más allá, los que ponen en práctica dicho plan.
Seguramente, como me ha pasado a mí, tú te has encontrado con personas que hablan de lo que quieren hacer (hablar es gratis); a personas que te dicen qué tienen pensado hacer de aquí a unos años.
O, quizás, te has encontrado en medio de un grupo donde han llovido decenas de propuestas bienintencionadas para que una situación cambie. (¿Tal vez un trabajo? ¿El país al completo?)
La motivación crece, pero queda en agua de borrajas. Porque falta lo que de verdad hace que cambien las cosas:
ACCIÓN.
Hacer le gana a soñar, hablar
y planear. ¿Qué tal si hoy “hacemos”?
Demos
el paso de hoy.
Es sólo uno y servirá para convertir esos sueños en realidad. Seamos gente de acción.
http://tusbuenosmomentos.com/2014/04/gente-accion/