No hay una manera correcta de percibir a los ángeles. Se manifiestan de mil modos diferentes a diferentes personas, con apariencias que son sumamente personales según cada individuo. Normalmente se comunican con nosotros en nuestros sueños, normalmente los vemos como figuras sabias o protectoras que nos prestan consejo o ayuda o simplemente nos hacen felices con su sola presencia; pero a veces los vemos como ángeles en la imagen de seres perfectos, espléndidos y de una belleza absolutamente pura. Durante las horas de vigilia también podemos percibirlos bajo determinadas circunstancias. Algunas personas sienten su presencia físicamente, como un escalofrío o un cosquilleo en la nuca, como "piel de gallina" en los brazos o como una sensación de calor más o menos intensa; algunos pueden ver fugazmente alguna luz, una figura alada, o simplemente algún desconocido que les resulta extrañamente familiar, otros pueden escuchar sonidos sutiles como campanitas o percibir un perfume o aroma agradable sin ningún motivo aparente. Las apariciones inesperadas de ciertos animales o las sincronicidades que nos llevan a leer mensajes que forman parte de otros contextos como anuncios o titulares de periódicos, son también subterfugios que utilizan nuestros ángeles para entrar en contacto con nosotros.