No olvides, el Señor no atiende lo que pronuncian tus labios…
sólo escucha las palabras que brotan de lo hondo de tu corazón
.
Señor, bien me conocéis
Soy un caminante, como tantos otros,
que en vano ha recorrido tantos caminos
y que con tanta gente he tropezado
Algunos me han hablado de Vos
Me han hecho mil promesas que no entiendo
y que no llego a creer, más sin embargo,
aquí estoy
Hoy me paro ante esta muralla inexcrutable
que es la Fe,
tras la cual no sé qué me espera
Más reconozco un débil deseo en mi corazón
que es el que aquí me ha conducido
Agotado de perseguir tantas cosas tanto tiempo
me pregunto si tal vez
no he errado, hasta hoy…
Si tal es cierto, abridme vuestra morada, os ruego
y acogedme en vuestro Reino
Mostradme el tesoro de vuestro Amor
y permitid que mi alma comprenda y viva
lo que implica amaros sobre todas las cosas
Abrid mi mente a ese mandato
para que mi entendimiento lo asimile
y comprenda la verdadera naturaleza que me conforma
y que en ese supremo Amor a Vos,
reside la Vida que prometéis
Abrid mi corazón a ese deseo
para limpiar el caos de impulsos que me zarandean sin cesar
en pos de tantas futilidades
y que Vos seáis verdaderamente mi Único y Auténtico Fin.
Haced que este deseo, aún tenue, prenda en mí verdaderamente
y que mi corazón ahora apagado,
arda pletórico de Amor
Haced que este débil deseo se fortalezca en mí y me ilumine
y que mi alma que siento oscura y agotada
¡resplandezca!
Amén