Por ser el más joven de los tres, le tocó el reino de los infiernos en el reparto que hicieron los reyes hijos de Saturno: Júpiter, Neptuno y Plutón.
Se llaman infiernos a las moradas subterráneas a donde van los difuntos después de la muerte. Los keres, seres malignos servidores de Plutón, son los encargados de dar a los hombres el golpe mortal y luego conducir sus almas volando hasta la morada de Hades. Allí estas almas han de ser juzgadas y recibir la pena por sus crímenes, o bien la recompensa por sus actos virtuosos.
A la puerta del reinado hay siempre en vela un perro con tres cabezas llamado Cancerbero, para impedir que los vivos entren o que las almas salgan.
Este vasto imperio subterráneo está rodeado por dos ríos: el Aqueronte y el Estigio. Caronte es el barquero de este mundo infernal y está dedicado a transportar las almas de los muertos de una orilla a otra del Aqueronte. Se le representa como un viejo muy feo y de larga barba gris, que exige que se le pague por cada viaje un óbolo como mínimo y tres como máximo. Los familiares colocan las monedas en la boca del pasajero antes de enterrarlo. Caronte rechaza a los que no pueden pagar el óbolo. A los demás, los sienta en la barca, los lleva a la orilla opuesta y los entrega a Mercurio, quien los pone ante el terrible tribunal.
Caronte es un verdugo al servicio del Infierno. Armado con una maza sigue a Marte en los campos de batalla, donde halla fáciles presas para sus funciones.