Muchas veces no lo notamos pero durante el día acumulamos pequeñas tensiones en distintas partes del cuerpo: en los ojos, el cuero cabelludo, el cuello, las piernas, etc. Si nuestra rutina es parecida cada día, puede ser que la tensión se vaya quedando ahí hasta que, en algún momento, esa parte del cuerpo agotada de cargar esta acumulación de estrés, protesta con molestia, dolor o, si está sumamente debilitada por la tensión, enfermedad.
Es de muy útil ayuda que durante el día observes tu cuerpo, sobre todo pongas atención en aquella parte que está trabajando más que el resto: por ejemplo, si estás mucho tiempo frente al ordenador tus ojos podrían estar acumulando tensión. Si estás mucho tiempo sentado tu espalda podría estar acumulando estrés, si has estado de pie, si has tenido que mantener tu atención fija en un pizarrón, tus piernas o tu cuello podrían estar tensos, así como si has estado estudiando o bajo tensiones o problemas, tu cuero cabelludo o tu estómago podrían estar sumamente tensos.
A continuación te compartimos una breve meditación que puedes hacer durante el día y que te tomará unos minutos. Si la haces de vez en cuando, unas dos o tres veces al día, o más, verás que al terminar el día no te sientes tan agotado, estás de mejor humor y tu mente se refresca y relaja al igual que tu cuerpo. Además que evitarás el desgaste del estrés y tu sistema inmunológico estará más fortalecido.
• No importa si andas en la calle o estás en una oficina. Basta con que encuentres un momento donde puedas cerrar tus ojos por unos minutos.
• Una vez que cierres tus ojos siente tu cuerpo. Concentra tu atención en tus pies y pídeles que se relajen, luego sube por tus piernas y ve recorriendo tu cuerpo parte por parte pidiéndole que se relaje.
• Por lo general los ojos, el cuello, la espalda y el cuero cabelludo son los que guardan mayor tensión. Puedes hacer un alto especial en estas partes de tu cuerpo y pídeles que se relajen hasta que sientas físicamente la relajación.
• Si existe una parte de tu cuerpo donde ya sientas dolor o una molestia, como un dolor de cabeza, de ojos, etc. Detente aquí unos minutos e intenta describir el dolor: piensa en que forma tiene ese dolor, que color tiene, si está frio o caliente. Quédate describiéndolo, describe como se siente, “como si algo me picara” “como si algo me apretara”, etc. y verás que en un ratito, sin que te des si quiera cuenta, la molestia se ha ido. Si lo haces con entera atención y descripción, esta pequeña meditación es infalible.