No siempre es fácil, y a menudo requiere tiempo, perseverancia y sinceramiento. Pero todos tenemos la posibilidad de modificar las conductas que nos perjudican. En la mayoría de los casos se requiere la orientación de un profesional, pero la oportunidad de mejorar nuestra situación existe y no debemos desaprovecharla.
Si usted es alguien que se encuentra involucrado en lo que estamos describiendo, comience por tratar de cambiar su actitud mental y sus hábitos perjudiciales. El valor y la importancia desmedidos que atribuye a su pareja vuélquelos sobre usted mismo. Desde ahora considere que, de los dos, el más importante es usted. Es a usted a quien hay que cuidar, mimar y proteger. Es probable que su pareja —por costumbre, egoísmo o autoritarismo— ni soporte ni admita ese cambio de rol. Pero no se deje usted amilanar por eso. El camino está en aumentar su propia autoestima y en considerar que usted merece otro trato.
Quizás a usted le parezca una barbaridad y le avergüence el ubicarse como la parte más importante y valiosa, pero piense que si lo hace, no será por egocentrismo sino por defender su salud.
Poner en práctica esa actitud tal vez le sea difícil en un principio, quizás deba realizar un gran esfuerzo para animarse, hasta le parecerá que lo que está haciendo no se condice ni con sus deseos ni con sus maneras de ser. Para contrarrestar esas limitaciones, desarrolle pensamientos como estos, por ejemplo:
“Es tiempo de ocuparme de mí”;
“Soy una persona valiosa, deben tenerme en cuenta”;
“Soy tan importante como el que más”.
Si usted ha vivido permanentemente al servicio de su pareja, ésta percibirá inmediatamente el cambio y lo más probable es que se revele. Y por supuesto que tratará de abortar cualquier modificación. Evite usted adoptar actitudes agresivas, pues con ello generaría conflictos cada vez más violentos y usted se llenaría de temor y de culpa. Pero no se amilane; actúe de la manera más natural posible y, con firmeza, haga sentir que sus convicciones son razonables y coherentes.
Las personas dependientes y sometidas lo son también porque temen quedarse solas, abandonadas y despreciadas. Incapaces de valerse por sí mismas, sacrifican hasta su propia personalidad con tal de continuar al lado de alguien en quien apoyarse y protegerse. Esas aprehensiones son las mismas que sentirá su pareja en cuanto advierta que usted ya no depende sumisamente de ella; habrá un cambio de roles, seguramente, y en este caso usted debe asumir una gran responsabilidad y mantener su actitud hasta las últimas consecuencias. Para ello, habrá que estar preparado y afrontar ciertas represalias; tenga en cuenta que para su pareja no será fácil aceptar que está perdiendo su posición de “mandamás” y que usted comienza a liberarse y a independizarse.
Pero si su pareja tiene la suficiente fortaleza como para permitir que usted empiece a liberarse y a independizarse sin suponer que por eso saldrá perjudicada y sin creer que lo que usted quiere es socavar su dignidad como persona, finalmente aceptará el cambio. Es más: le parecerá positivo y hasta se sentirá mejor y más feliz con usted. Y es razonable que así sea: las personas que funcionan bien se gratifican con la realización personal del otro.
Es el producto del verdadero y sano amor.
http://www.amardemasiado.com.ar/PensarEnUnoMismo1.htm