Ser susceptible, delicado, muy sensible (en un sentido negativo) a cualquier tipo de influencia, es la característica central de la hipersensibilidad; significa que la persona en cualquier momento se puede cargar, incomodar, afectar por cualquier evento de la vida; personas, actitudes, interacciones, comportamientos, el clima, la cotidianidad, todo puede afectar la vida del hipersensible que sufre al no sentir plenitud-conformidad-satisfacción por nada.
No es muy fácil explicar la extrema sensibilidad de un individuo ante situaciones inofensivas o no tan relevantes psicológicamente. Una fuente de origen podría ser la confusión que los padres dan a los hijos al corregirles, donde éstos no saben cuál será la reacción de sus padres, donde dudan si logran agradarles o no con sus acciones. La persona muy sensible vive a la defensiva, porque siente que el medio le puede agredir de un momento a otro, que las acciones y las personas buscan hacerle daño; por ello, son infinitos los motivos para sentirse sensible y quisquilloso ante todo. Una mirada, un roce, ciertas palabras, una actitud, son suficientes para poner en enojo, malestar, rechazo a este tipo de personas.
En realidad hay un vacío profundo en el alma de la persona, que no logra saciarse o disfrutar naturalmente de los eventos e interacciones. Usted puede comprobar estos con los siguientes ejemplos: Alguien que se pone susceptible porque no lo saludaron, no lo tuvieron en cuenta. El contacto de otras personas le molesta, le irritan, una mirada de otra persona desencadena toda una serie de pensamientos de persecución, de juicio. Estas personas rumian las situaciones de una manera obsesiva, buscando la explicación al hecho que estimuló su sensibilidad. Es posible, por lo demás, que sea una forma defensiva de proteger su estima personal (mermada, opacada), evitando cualquier tipo de contacto, lenguaje, que pudiera vulnerarle.
No es fácil la vida para este tipo de personas, que sufren constantemente en sus relaciones, y que quizás se vayan al extremo de buscar poder, figuración y control de cuanto les rodea. Sabemos que una autoestima sana permite al individuo interactuar, escuchar-dialogar, participar, sin sentirse amenazado o herido en cuanto sea vea involucrado. Sencillamente se siente digno y valioso.
Realice una lista precisa de eventos, interacciones, situaciones que logran incomodarle automáticamente. Piense un momento en ello, porque casi todas las personas nos perturbamos ante una que otra minucia que no cuadra con nuestro carácter. Precise cómo dichos detalles le causan malestar, qué le hacen sentir, qué percibe como una amenaza para usted de parte de ellos. Frente a cada detalle, escriba una solución para evitar caer en dicha trampa de la susceptibilidad. Es posible que usted sea hipersensible desde su niñez por situaciones inadecuadas de la dinámica de su hogar. Aquí necesitará más tiempo para reflexionar en sí mismo y perdonar bastantes situaciones y personas.
NUNCA PIERDA LA ESPERANZA
La vida de cada persona es diferente. Para algunos la existencia ha sido como un dechado de virtudes, y pareciera que todo les ha salido bien. Para otros las situaciones vitales han sido muy difíciles, con múltiples problemas, uno tras otro. Mientras para ciertas personas la esperanza pareciera realizarse todo el tiempo, otros llegan a perderla, abandonándose como a la suerte de la vida, lo que les pueda ocurrir. La esperanza es la actitud o capacidad mental de esperar la ocurrencia positiva de los eventos o situaciones. La esperanza va acompañada generalmente de la fe, la cual le da la certeza de la ocurrencia de un hecho. Podríamos decir que la esperanza es el anhelo optimista de que un deseo se ha de cumplir, sin importar el tiempo.
La desesperanza, entonces, el hecho de pensar que ya no hay posibilidad, salida, arreglo para las situaciones en la vida, es uno de los enemigos de una autoestima sana, porque la persona comienza a perder su sentimiento de competencia y utilidad personal, haciendo de su vida algo difícil de sortear y poder triunfar. Cuando la autoestima se ve afectada por la desesperanza, la tristeza, el desánimo, la apatía, el abandono, hacen presencia en la cotidianidad de la persona, que ve imposibilidades en todas partes.
Una sana autoestima se basa, además, en el sentimiento de competencia y capacidad de poder cambiar/afectar para bien circunstancias adversas del diario vivir, poniendo los esfuerzos necesarios para sobreponerse a los obstáculos, tan comunes en la cotidianidad. La desesperanza aprendida, como la llaman algunos psicólogos, significa llegar a pensar que por más que se intente hacer algo en pro de una situación, ya no es posible modificarla como tal. Por tanto, una persona verá su autoestima mermada al sentir que no tiene fuerzas ni recursos necesarios para vivir la vida de una manera más exitosa. De modo que, la esperanza es uno de los pilares básicos del desarrollo sano de la actitud mental de una persona, interesada en su felicidad y sentido positivo de la vida.
Medite en varios aspectos de su vida, situaciones, donde considera que ha perdido la esperanza (un cambio de su pareja, una situación laboral inmodificable, el comportamiento inadecuado de un hijo, una situación familiar de larga tradición, aspectos personales propios que hacen vivir mal...) Determine asumir una actitud correctiva, esperanzadora, frente a cada uno de los ejemplos. ¿Qué está en sus manos hacer para generar cambios al respecto? ¿Qué tan fuerte considera los obstáculos que se deben salvar? ¿Cómo sería su vida con una mejor actitud de esperanza?
Autor: Alfonso Barreto