Existe una tendencia natural en el hombre y no es fácil ser libre de ella: el hecho de buscar puntos de referencia o comparación para lo que se es, lo que se hace, lo que se piensa. Las comparaciones se parecen a las plantillas que se usan para someter o hacer iguales contenidos, formas de proceder, medir...en muchas organizaciones. En cuanto al comportamiento humano las comparaciones indicarían que hay personas mejores y más exitosas que otras para emularlas o tomarlas como estándar de progreso personal.
Esto está muy lejos de la realidad (y resiente la estima propia de innumerables personas), pues cada individuo vive su vida de forma distinta, establece metas, practica los valores, toma decisiones...de forma diversa y muy personal. Querer parecerse a otro no es muy sano, pues anula la propia originalidad dada por Dios a cada persona. De otra parte, las comparaciones hacen quedar a las personas bien en algunos casos (cuando se está "mejor" que los otros) o les hacen quedar mal (cuando se está "por debajo" de otros).
El compararse se puede interpretar como una duda de la propia autovaloración y capacidad de lograr lo que se anhela. Los medios masivos de comunicación precisamente confrontan a la audiencia para que sean mejores, ofreciendo estándares deseables por alcanzar. Muchos de ellos no son reales y justos, y las personas que interiorizan dichos mensajes sufren por falta de un carácter más maduro, y una autoestima centrada en el propio valor.
Entonces, el compararse puede generar frustración cuando la persona se siente rezagada con respecto a lo que ya debiera haber logrado; o generar orgullo y soberbia al creerse superior a los demás. Generalmente, compararse no es sano para la autoestima, a menos que sea para valorar lo que otros hacen y aprender de los modelos cosas edificantes y positivas.
Piense en uno o dos modelos de personas, cualquiera sea su actividad, y detalle por qué les aprecia o admira. Precise qué tiene usted que ellas no tienen. Notará que probablemente ellas carezcan de algo que en usted puede constituir su triunfo y superación (por ejemplo: alguno de ellos puede ser mundialmente famoso, pero no tiene un hogar estable como el suyo). Ahora bien en qué punto se encuentra usted con respecto de ellas. ¿Está adelante? ¿Está atrás? Tome una decisión acertada de asumir su propio proceso de vida. Responda: ¿Por qué usted es igualmente valioso en esencia?
USTED POSEE UN DON O TALENTO COMO MÍNIMO
Cada persona cuenta con una capacidad o habilidad específica para algo; estas capacidades pueden ser complejas en algunos casos (fuerte habilidad en el pensamiento matemático), o sencillas en otros (dar la bienvenida a las personas en una recepción). Es cuestión de gracia divina el ser apto en algunas cosas y en otras no. Ahora bien, la multitud de talentos generan construcción y ayuda mutua. Por ejemplo: el doctor requiere de su paciente para atenderlo; el tendero requiere del agricultor para surtir su tienda, de esta manera la sociedad funciona con base a los dones en el servicio puestos en práctica por todos.
La persona puede sentir baja su estimación propia, al pensar que no es talentosa, que no puede desarrollarse en alguna área de la vida. O por comparación puede pensar que sus dones son insignificantes con respecto de lo que otros hacen, diseñan o crean. En este caso es cuestión de actitud que uno minusvalore su talento y exalte el de los demás. En lo que al servicio se refiere, es tan importante ser de utilidad a los demás, que la forma positiva como se haga es un aporte valioso para la sociedad y da sentido a la vida personal.
Debemos mirar aquello que hemos hecho y que arrojó buenos resultados, para así seguir capacitándonos y dar mejores aportes en la sociedad.
Una buena autoestima también se basa en sentirse útil y productivo; realizar valiosos y nobles objetivos. Examinar en qué se es bueno es responsabilidad propia, algo que no es delegable en otras personas, puesto que medianamente uno sabe en qué se ha desempeñado con acierto, en qué no se siente bien, o potencialmente en qué podría darse una oportunidad para aprender. El aprendizaje es un proceso dentro del cual toda persona con sus capacidades normales se puede adscribir para ser mejor.
Si usted cuenta con unos o varios talentos definidos, responda en qué grado de desarrollo considera se encuentran; cómo los percibe a mediano plazo, a dónde le llevarán. Si no cuenta con un talento específico, piense en actividades que le gustaría hacer o aprender. Tome una decisión seria al respecto. A mitad de camino podría perfilarse una gran capacidad.
Autor: Alfonso Barreto