El mejor medio de vivir feliz es valorar el presente: "carpe diem". Disfruta aquí y ahora. Unos de los filósofos que hacen hincapié en la importancia de valorar el momento es Epicuro fundador del hedonismo que considera que la máxima de un ser humano en orden a alcanzar la vida feliz es la búsqueda de placer y la evitación del dolor. Sin embargo, pese a lo que pueda considerarse, no propone una búsqueda de placer desenfrenada sino el deleite de los pequeños placeres de cada día que convierten una vida sencilla en una experiencia gratificante. Sin embargo, como muestra Tomás de Aquino existen experiencias más gratificantes que el placer de los sentidos como el gozo anímico ya que es más intenso y, además, dura más tiempo. En cambio, conviene destacar que el placer es una medicina eficaz para disminuir la tristeza.
Por tanto, el poder del ahora es inmenso ya que el hombre aprende a disfrutar de una buena comida, de una compañía agradable, una buena conversación, un paseo por el campo, la experiencia relajante de un baño o una ducha, la lectura de un libro, un plan social... En ocasiones, cuando una persona se obsesiona con algún aspecto del futuro entra en un laberinto que muestra un círculo vicioso del que sólo se puede salir frenando el pensamiento y volviendo a la realidad. Hay que ser paciente para permitir que todo suceda cuando tenga que hacerlo ya que el destino humano es incontrolable y, precisamente, la obsesión y la frustración surge al intentar controlar aquello que no depende de la voluntad porque cae fuera de nuestro ámbito de acción.
El objeto propio de la esperanza se funda en el futuro, sin embargo, como emoción siempre se experimenta en presente. Además, aunque es una emoción muy positiva también tiene fases de dificultad que provienen de la duda de saber si aquello que se desea podrá conseguirse o no. En dichos momentos de duda, el espíritu humano decae y se desanima, por esta razón, también conviene ser realista y si existe algo que se desea con pocas posibilidades de ser conseguido merece la pena apostar por un propósito más asequible para evitar la frustración. Además, también es importante cultivar la virtud de la paciencia y la constancia para saber esperar y para trabajar en orden a determinado propósito buscando los medios más adecuados.
La esperanza es tan importante a nivel vital que incluso los médicos que dan esperanza a sus pacientes en el proceso de superación de una enfermedad contribuyen a que el paciente finalmente supere con éxito su situación. Además, también se ha comprobado que aquellos pacientes que tienen la esperanza y la confianza propia de la fe en Dios tienen un aliciente añadido para dotar de sentido su situación. Existen pocos autores tan comprometidos con el beneficio de la esperanza como Victor Frankl que muestra en sus obras la importancia de que el ser humano encuentre un sentido y un significado para vivir, especialmente, cuando ya no desea seguir viviendo. La tendencia al suicidio puede disminuir si el hombre encuentra un motivo para seguir con vida.