La pasada semana volví a mirar una de mis películas preferidas, “El último samurái” , la cual me conectó profundamente con todo lo relacionado al cambio o crecimiento personal de una persona, es una decisión muy valiente el comprometerse a crecer, porque eso te lleva a vivir emociones tales como sufrimiento, incomodidad, dudas, inseguridad, miedos, ansiedad, dolor, y desapego, hasta que el día menos pensado te das cuenta que has atravesado el desierto.
En la película que menciono, el protagonista debe hacer una travesía para encontrar su propia identidad, ya que el cuenta con una serie de dones que los estaba utilizando en los sitios equivocados. Gracias a caer prisionero, comenzó un proceso de cambio el cual pasó por cuatro etapas; RESISTIRSE al comienzo, ACEPTACION al pasar los días, CAMBIO de PERSPECTIVA luego y PUESTA en MARCHA hacia el cambio, con mucho compromiso de su parte, a pesar de la dureza que conlleva a eso.
Después de pasar su proceso de transformación, salió del cautiverio y volvió con los suyos, su “antigua vida”, en ese momento se dio cuenta que eso ya no era parte de su presente-futuro y optó por volver con las personas que provocaron su cambio, pese a que sufrió bastante para derribar muchas creencias que lo limitaban, a partir de ahí empezó a utilizar sus dones pero con un sentido y eso le llevó a su plenitud.
Esta reflexión mía que comparto de la película, sucede a lo largo de nuestras vidas, muchos utilizamos nuestros talentos en los sitios equivocados, nos nutrimos de un montón de creencias absurdas, nos la creemos y luego a medida que vamos avanzando, comenzamos a sentirnos vacíos, atados, sin resonar, como que estamos funcionando muy por debajo de nuestro potencial.
El cuerpo nos va avisando con diferentes estados emocionales, pero seguimos sin hacer caso, forzamos la máquina, hasta que un día aparece un hecho que nos dice: “así no puedes continuar!”. En ése momento se piensa en un cambio, es necesario para avanzar y cambiar nuestro estado emocional, pero pensar en CAMBIO es relacionarlo con “pasarlo mal”, “cambiar hábitos”, “dejar de agradar”, vamos que se debe atravesar el desierto y cuando se trata de un momento crítico cuesta mucho tomar la decisión, pero recordar que el estado ideal no existe.
Se dice siempre que la vida y los que dejan huella son los valientes, los que toman decisiones y se embarcan a lo desconocido, los que apuestan por dejar un legado en sus vidas, pues esos son los que atraviesan el desierto, no hace falta ser famoso o muy conocido para dejar una huella en la vida, ¿cuántos padres, madres, profesores, etc., calan hondo en sus entornos?, muchos, porque han sido valientes.
Cuando el CAMBIO está delante de ti debes elegir, seguir viviendo en la perspectiva del pasado-presente o cambiarte a la de presente-futuro, la primera la conoces de sobra, no la quieres porque te vives quejando de ella y además deseas el cambio n, pero como estás cómodo vas dejando pasar el tiempo. La segunda opción es la que puede liberarte como al protagonista de la película que menciono, la cual puede darle sentido a todo lo que hagas, pero para elegir ésta opción necesitarás valentía y tener la humildad de pedir ayuda, porque la mayoría de las veces no podemos solos.
El mundo actual está viviendo una enorme crisis de VALORES y de IDENTIDAD propia, por eso quienes eligen continuar con sus hábitos de falsedad, pensando en el que dirán, traicionándose a si mismo, buscando la felicidad en factores externos, me temo que lo tendrá muy difícil encontrar la plenitud y dejar una buena huella.
Aquellos que decidan centrarse en su presente-futuro, aprendiendo de los errores del pasado, buscando su verdadera identidad, mostrando valentía en sus cambios, siendo coherentes, constantes y pacientes, seguramente dejarán un GRAN huella.
Ha llegado el momento, debes elegir entre: tu pasado-presente o presente-futuro. De ti depende…….
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