Mantienen relaciones personales de calidad (aquellas en las que nos sentimos comprendidos, nos divertimos y podemos expresar nuestros sentimientos)
- Realizan un trabajo que les aporta satisfacción personal.
- Son más abiertas a las experiencias y piensan que controlan los acontecimientos de sus vidas, mientras que los más infelices se ven como marionetas del destino y tienden a reprimir sus emociones.
- Tienden a ver las cosas de forma más positiva, se ven menos influidos por los resultados negativos y tienden a rechazar más las oportunidades que no están disponibles para ellos.
- Se ha visto que la edad, inteligencia, estatus social, ingresos y educación no parecen tener mucha influencia en la felicidad de la gente.
- Cuanto mayor sea la salud física y mental, la resistencia psicológica y el nivel de energía, mayor felicidad.
Pero, si además vivimos en un país rico y moderno, tanto mejor. Si embargo, ¿qué pasa si no tenemos todo esto? En ese caso la clave está en aprender a ser felices con el mismo proceso de búsqueda de felicidad y a través de nuestro camino, más o menos tortuoso, hacia ella, (siempre y cuando caminemos la senda de nuestro verdadero yo). Porque si la felicidad nos resiste, bien sabido es que la esperanza se encuentra en todas partes.
El camino hacia la felicidad
Hasta ahora hemos hablado de la importancia de conocerse a uno mismo. Ahora vamos a ver algunas técnicas que pueden ayudarnos en esta complicada pero fructífera tarea.
La mujer loca: una historia acerca del miedo a la vida
Guy de Maupassant escribió en el siglo XIX, un sobrecogedor relato de una mujer que permaneció en la cama sin hablar ni moverse durante 15 años a raíz de la muerte de su marido, de su padre y de su hijo recién nacido, en el plazo de un mes. Estalló la guerra y los soldados ocuparon las casas. El oficial al mando, un hombre violento y orgulloso, se empeñó en que ella debía levantarse y presentarse ante él. Como ella no respondía, ordenó a los soldados que se la llevasen y estos la alzaron, con colchón incluido, y la sacaron de la casa. Nunca más volvió a saberse nada de ella, hasta que el narrador de la historia se adentró en el bosque varios meses después, cuando los soldados ya se habían retirado. Allí fue a toparse por azar con un cadáver humano e inmediatamente supo que pertenecía a aquella mujer. Los soldados la dejaron allí, pensando que de ese modo no tendría más remedio que levantarse y volver por su propio pie, pero ella simplemente se dejó morir.
¿Por qué esta mujer no fue capaz de afrontar esas muertes? ¿Qué sintió? ¿Qué sombra emergió de las profundidades de su subconsciente? A veces, simplemente no podemos. No sin ayuda. Somos humanos y estamos limitados. Pero la mayoría de nosotros no estamos postrados en una cama negando la vida. Tenemos recursos, energía, salud, deseos de ser felices, de evolucionar y desarrollarnos. ¿Es que estamos capacitados para emprender el viaje del autoconocimiento, con o sin ayuda de otras personas?