Veamos algunas pautas:
* Cuando percibimos algo como exclusivamente negativo, dudemos de ese pensamiento. Ha de haber algún modo de hallar algo positivo a la situación o, al menos, a relativizar su gravedad.
* Cuando nos veamos atrapados en un callejón sin salida, no reaccionemos inmediatamente. Detengámonos, reflexionemos y busquemos alternativas.
* Hagamos frecuentemente inventario de todo lo bueno que tenemos, que es mucho. Recordemos cuántas personas están peor que nosotros.
* Escuchemos a quienes nos quieren y nos valoran tal y como somos.
* Utilicemos pensamientos constructivos: ‘quiero’, ‘puedo’, ‘soy capaz’. Recordemos situaciones a las que respondimos positivamente.
* No aceptemos pensamientos como ‘a mis años no puedo cambiar’.
* Admitamos nuestros errores. Sólo quien se equivoca está vivo de verdad. Los que nunca se equivocan, cometen la mayor de las equivocaciones porque no asumen riesgos: consciente o inconscientemente, se han rendido, han dicho ‘me postro’.
* Las dificultades son oportunidades que nos da la vida para fortalecernos. De esas batallas podemos salir reforzados y con una mayor autoestima.
En resumen
No hay que aceptar lo que la vida nos impone. La vida tiene que aceptar lo que imponemos a ella --- el valor que tenemos para decidir lo improbable y para afianzarnos en lo difícil.
Tengamos fe en nuestras aptitudes y en nuestra determinación de superar.
Con esas armas, y enterrando nuestros talones firmemente en la tierra, venceremos --- a quien, o a quienes sean.