Cuenta una antigua historia zen acerca de un pobre mendigo que sentado sobre una vieja caja pedía limosna siempre en la misma esquina. Todos los días pasaba por ahí un sabio maestro, respetado y querido en ese pueblo. Miraba al mendigo y seguía su camino sin darle nada. Fastidiado con su egoísmo, un día el mendigo increpó al maestro diciéndole “¿Por qué nunca me das nada? ¿No ves en la pobreza en que estoy?”. El sabio se detuvo y con una dulzura y amor enorme, sólo le contestó: “Hay una gran riqueza debajo de tu sucio ropaje”. Y se alejó sin darle un céntimo. El mendigo se sintió indignado, pues entendió las palabras del maestro como un mísero consuelo de su pobre condición y siguió sentado en la esquina por un buen tiempo más. Un día, sintiendo una rabia profunda por su permanente miseria, pateó con furia la vieja caja donde se sentaba. Sorprendido, descubrió que estaba llena de doblones de oro. Y por fin entendió.
Miedo a lo desconocido
La carencia, es un estado del ser que se autoalimenta. Mientras más pobres nos sentimos, más miserables somos; mientras menos queridos, más desamparados. El círculo vicioso que esto genera, hace realmente difícil salir de él. Greg Simmons, profesor de la Escuela de Ramtha, cuenta en su libro “Estas cosas haréis y mayores”, la historia de unos niños del barrio de Harlem en Nueva York, a quienes se les dio la oportunidad de cambiarse a uno de los mejores suburbios de la ciudad y cambiar de vida. Todos ellos optaron por volver a sus viejos apartamentos, donde debían dormir hasta con palos para espantar a los ratones. La idea del cambio se les hacía insoportable. Preferían la miseria de lo conocido a la incertidumbre de lo nuevo.
Las razones por las que es tan difícil salir del círculo de carencia son variadas:
1.- Resistencia al cambio y miedo a lo desconocido. Salir de la “zona de confianza” requiere una dosis de valentía y confianza en sí mismo. Dos elementos seriamente dañados en situaciones de este tipo.
2.- Sanción social. En una cultura que idealiza el sufrimiento y el sacrificio, quienes rompen el patrón y se lanzan a lo desconocido se arriesgan a la crítica y la desaprobación. Más aún si fracasan.
3.- La química del cerebro. Emociones como la tristeza, la rabia o la carencia, alimentan al organismo humano de sustancias químicas tan poderosas como una droga. Inconscientemente estamos adictos a un determinado estado de ánimo.
4.- La ley de atracción. “La plata atrae la plata”, es un antiguo proverbio. Libros como “El Secreto”, de Rhonda Byrne, se han referido ampliamente al poder de atraer lo similar. La sensación de carencia, atrae carencia.
5.- El boicot personal. Sentirse poco merecedor o creer que lo que se desea es imposible, alejan las posibilidades.
Cuántas relaciones gastadas o abusivas, cuántos malos trabajos, se mantienen sólo por la idea de que no hay nada mejor en el horizonte. O que cualquier cambio podría ser peor.
Cambio de switch
Salir de la necesidad y la carencia requiere de algo más que deseo o simple voluntad. Querer dejar de ser pobre, o desear ser amado, no son argumentos suficientes para provocar un cambio. Es necesario entrar en una energía distinta, una vibración diferente que permita que el sueño se materialice.
Algunos, como el mendigo, lo consiguen a través de la rabia. De una patada, barren con su antigua condición y encuentran el oro. Otros logran abrir en medio de su confusión, un espacio para la genialidad, dan con una idea, nueva, distinta a todo lo que han visto o intentado, que les permite cambiar de vida. Pero un ingrediente común consiste en un ejercicio de voluntad que permite recuperar el poder personal. Descubrir que el fracaso no nos define, sino que nos da experiencia para un nuevo emprendimiento. Que no somos víctimas de nadie y de nada y que el pasado no marca lo que viene en el futuro.
La afirmación del sueño: “siempre he sido rico”, “siempre he sido amada”, “siempre he sido sano”, es una herramienta poderosa para mostrarnos a nosotros mismos que es posible experimentar algo así. Sentirse rico, amado o sano, desde la emoción y el sentimiento, es la antesala de la manifestación física. Esta llega por añadidura. Es así cuando es posible aprender que la riqueza, el amor, la salud y todas las bendiciones, forman parte de un estado interno, que tarde o temprano se plasmará en la realidad.
http://www.guioteca.com/autoayuda/como-conseguir-la-abundancia-el-amor-y-otras-bendiciones/